Por qué no pudiste amar

Aún siento fría aquella herida en el corazón, una que fue hecha cuando pasó el huracán de tu indiferencia. Aún recuerdo cómo fue que con mi equipo de aventura y mis ánimos de principiante, me atreví adentrarme a tus juegos de niño herido. Te presentaste ante mí como un hombre con sueños y mucha imaginación, alguien con quien era agradable hablar sin importar la hora o el clima. Era hermoso cuando, al saber que yo me estaba derrumbando, tú corrías inmediatamente a rescatarme, y si no podías te la ingeniabas para hacerme sonreír al menos, mientras veías como me levantaba con las últimas fuerzas que parecían mejorar. Encantador también cuando parecía que yo era la única mujer de tu mundo, en donde parecía que no existían las demás figuras voluptuosas de nuestro alrededor. Un romántico empedernido que sabía que no era una chica de gustos caros, me regalabas lo más sencillo y para mí era todo un lujo. Ahora es difícil sonreír al recordar todo es...