Shhhhh

El secreto (la mentira) es como una piedra en la garganta, es silenciada con un simple susurro seductor de culpa. Se encarga de envenenarte lentamente y de convencerte que no hay nada más placentero que guardar algo que sabes que podría hacerle daño a los demás.
   "Estás haciendo una buena acción, mi niña" 
  Y con ese sólo estímulo, tu mente se ve envuelta en una maraña de excusas que te mantienen firme en tu decisión. Ésta asfixiante decisión de tener en tu conciencia, una pared negra de material indestructible que tendrá como propósito evitar el paso a cualquier intento de revelar todo aquello que se encuentre más allá de ella, será la cumbre de tu incredulidad. 
 Sientes como si tu mente no dejara de dar vueltas sobre un mismo acantilado, esperando el momento de caer en la ansiedad. Es tener que aguantar los juegos de tu propia mente, que alegan tener una pista para hacer que otras personas sepan de ese secreto sin que te des cuenta. Empiezas a ver señales falsas en cualquier gesto y mirada.
  Te vuelves paranoica por dentro, pero una tumba por fuera.
  Te conviertes en un muerto en vida, no dejas de deambular de un lado a otro entre las paredes de tus pensamientos mientras muestras una sonrisa falsa a todo aquel que llegue a cruzar palabras contigo.
   La verdadera fuerza de voluntad de una persona se mide por la mentira, o mejor dicho, por el tiempo que logra mantener una.


  Te das cuenta de lo importante que es para ti que lo demás lo sepan, es cuando te conoces a ti mismo de una manera indirecta. 
  Sabes que si no quieres que en verdad nadie lo sepa, no escribes, ni tampoco se lo confías a tu mejor amigo (a), ni siquiera das una sola pista de ello. No haces nada más que alimentar el silencio y ocuparte de otros asuntos que quizá te distraigan de la verdad oculta entre dientes. Pero debes de ser fuerte, debes de resistir y con el tiempo se te irá olvidando. Importancia, quizá, ya nunca tendrá. 
  Sin embargo, si es algo que en verdad carcome tus sentidos, no dudes por un momento que tu lengua te traicionará. Empezarás a sangrar y los demás lo notarán.
  Pero un secreto que pocos creen no saber, es este: 
  "Entre más tiempo mantengas una mentira, más daño hará."
  No digo que sea sencillo aceptarla, pero así es. Y quizá el tiempo no sea el mejor amigo para hacernos recuperar un poco de compostura, es muy traicionero. A veces nos hace pensar que sólo pasaron horas cuando ya fueron años, cuando te diste el lujo de jugar suficiente con los sentimientos de las personas involucradas. 
  Es veneno, subyaga en lo más intimo y se vuelve una plaga a medida que lo dejas estar. 
  Cuando ya estas adentro del tornado, sólo te quedan dos opciones. Una de ellas es dejar que eso siga por el resto de tu vida, te vuelves fuerte y esos síntomas se van tornando en cosas superfluas. Te vuelves indiferente a los secretos, aunque estos mismos amenacen con consumirte, te da igual. Sin embargo, si en dado caso se llega a saber el secreto serás apedreado por la verdad y sus rencores. Y ya no puedes pedir piedad a tus agresores, tú mismo fuiste quien negó el derecho a ser escuchado cuando ya habías callado.  
La otra opción es madurar, aprendes a calmarte, a ver las consecuencias y tomarlas. Dejas revelar aquello que te lastimaba y te tocará soportar las piedras que te lancen, pero créeme cuando te digo que serán menos que aquellas que pudieron haber sido acumuladas en el silencio. 
Cualquier opción es tomada a diario, pero son pocas las personas que se sienten cómodas siendo indiferentes, siendo presos de la conciencia. 
Al final de todo, aunque no nos guste, siempre terminamos hiriendo a otros. 
J. Luna

  
    
   

Comentarios

Entradas populares de este blog

Amor a distancia (Obra de teatro)

La chica de la ventana

El calendario (Poema)