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Mostrando entradas de 2017

Por qué no pudiste amar

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Aún siento fría aquella herida en el corazón, una que fue hecha cuando pasó el huracán de tu indiferencia.  Aún recuerdo cómo fue que con mi equipo de aventura y mis ánimos de principiante, me atreví adentrarme a tus juegos de niño herido. Te presentaste ante mí como un hombre con sueños y mucha imaginación, alguien con quien era agradable hablar sin importar la hora o el clima.  Era hermoso cuando, al saber que yo me estaba derrumbando, tú corrías inmediatamente a rescatarme, y si no podías te la ingeniabas para hacerme sonreír al menos, mientras veías como me levantaba con las últimas fuerzas que parecían mejorar.  Encantador también cuando parecía que yo era la única mujer de tu mundo, en donde parecía que no existían las demás figuras voluptuosas de nuestro alrededor.  Un romántico empedernido que sabía que no era una chica de gustos caros, me regalabas lo más sencillo y para mí era todo un lujo.  Ahora es difícil sonreír al recordar todo eso, es más fácil llorar y

Atracción a primera vista

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Como una niña en una dulcería, te vi y te quise inmediatamente. No sabes cómo mi corazón palpitó al sólo segundo de observar que te sentabas justo a un metro de donde yo estaba.  Alguien más hubiera dicho que sólo fue un simple flechazo, pero como me gusta tanto disfrutar de ese pequeño placer de imaginar, no pude evitar pensar en ti de diferentes formas.  Las mujeres de hoy quizá piensen que estoy hablando de un hombre de ojos claros, cabello no negro y alto. Sólo puedo decir que tienen razón en una sola cosa, eres muy alto pero tus cabellos eran azabache y tus ojos de un café como los míos. Un poco descuidado de los dientes y con una manzana de Adán muy pronunciada.  Si les diera más detalles, me delataría.  Me sentí en secundaria, pidiendo que me voltearas a ver y me sonrieras, mientras yo desviaba la mirada cada que parecía que escuchabas la voz de mi cabeza.  ¿Qué lógica es esa? Ahora mismo me estoy riendo de camino a casa, pensando en que hubiera sido mejor soste

Si lo encuentras, léelo.

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Creo que no me merecía ser tratada así, a pesar de que te apoyaba... Fui tratada con la punta del pie sólo porque nunca te atreviste a ver que ya no me amabas; sin embargo querías que alguien te alabara. Mi mayor error fue ese precisamente, darte razones para creer que te amaba incondicionalmente y que no me dolía cada vez que me alejabas de tu lado cuando te cansabas de tu payaso. Esa era yo.  Estaba bien si yo escuchaba cada detalle de tu día, pero tú te dormias y me hacías saber que no estabas interesado en saber del mío; estaba bien si yo te ayudaba con tu tarea, pero si yo necesitaba silencio para hacer la mía, no te importaba distraerme y apagar la luz cuando yo la necesitaba.  En ésta relación, el que importaba eras tú. Si regresabas cansado de la escuela y te quedabas dormido en nuestro cuarto, te enojabas porque yo estaba haciendo tarea y no te dejaba descansar.  No sabes cuantas veces tuve que hacerla con mi lampara prendida para que no me regañaras después.  T

El caballero con espinas

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La primera vez que lo conocí, él blandía una espada de madera. La presumía como si fuera la herramienta que conquistaría los continentes y que también lo llevaría a atravesar el mar que lo separaba de sus sueños.  Yo no era Julieta ni tampoco Dulcinea para él, es más, creo que no había ninguna musa que lo hiciera escribir versos en su tiempo libre.  "El caballero sin amor" se hizo llamar después de saber que se cargaría de espinas con el primer roce de ese amargo trago de la vida. Sin embargo, para toda dama que se cruzaba en su camino, era una maldición.  ¿Cómo un hombre con la voz y la mente para formar poesía, no estaría dispuesto a dedicarla?  Yo le sonreía cada vez que se dirigía a mí para platicar sus hazañas. Día tras día, venía a mi bar y me contaba sobre la transformación de su espada y el acero con lo que la estaba formando.  Yo lo atendía, porque de todos los hombres que llegaban, era el único que no parecía temerle a otra espada sobre su pecho.  Me e

Fue así como murió

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Y fue así como murió. Dejó a un lado una carta y su última lágrima. Se refugió en el cielo y jamás volvió a hablar. Fue así como pudo optar en caminar hacia un nuevo lugar. Pero nunca pensó en el después, no se preocupó por Osiris o por el pago para caronte. Para ella, no existía ni uno ni otro que le preocupara encontrar del otro lado. No hubo cielo, ni infierno, tampoco encontró ángeles o cuernos. No sintió el fuego o la menta prometida, sólo la oscuridad distinguida. Sola, volvió a llorar sin lagrimas o pañuelos. Ya no había agua entre los ríos, ni rosas entre los abetos. Así fue como murió, así fue como supo que no había nada más, sólo agonizante certeza de la nada y su horrenda mirada. J. Luna

Fantasmas Parte 2

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"Se supone que eres su novio, ¿Por qué la dejas ir sola a todos lados?" "¿Es que acaso ya no sientes lo mismo por ella?" "Dime ¿Y tú novia? Me habías dicho que tenías una ¿Qué? ¿Se pelearon?" "Si tienes a alguien por qué nunca te veo con ella" "¿Por qué tu novio está hablando con esa chica? Ya lleva seis horas con ella." "¿Por qué volviste con él? ¿Acaso te falta autorespeto?" "Eres una estúpida por confiar en él. Si ya lo hizo una vez ¿Qué le impedirá hacerlo otra vez?" "¿Tienes idea de cuántos chicos quisieran estar contigo? Y tu andas con el mismo patán que te engaño con otra mujer?" "Si dice que te ama ¿Por qué es que siempre te veo sola?" "¿Por qué estas en ésta fiesta sola?" "¿Por qué parece que la pasa mejor con ella que contigo?" "¿Por qué te esfuerzas en hacer cosas por él? Si luego te dice que 'Ya no lo quieres'" "¿Eres e

Cómo no sentirme sola

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Cómo no sentirme sola ¿Cómo esperas que esté feliz? Si cada que sonrío Te das la vuelta. ¿Esperas que sea así por mi cuenta? Lo he hecho, estoy sola Así como tú lo querías. Quizá era venganza Tal vez era sólo hastío Tal vez era vergüenza Hacia la mujer que has elegido. Me dices que soy yo la que no quiero seguir Cuando tú eres el de la mirada perdida Y quien piensa que no tiene salida. Dices que ya no te quiero Y que no quiero estar contigo. Es gracioso, porque cada vez que quiero que salgamos Frunces el ceño y luego me abandonas. Pero si alguien más te llama y te busca Corres directo hacia la puerta con todo y magnolias. Qué debo pensar yo, Quien se queda en la silla trabajando, De que te sientes mejor con alguien más Que con la mujer que decías amar. Qué debo pensar si cuando hablo Parece que  es por compromiso. Qué debo esperar Si cuando te abrazo pareces occiso. Dices que no me esfuerzo Que no busco una salida

Cartas en el zotano

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Otras vez me has hecho enojar, pero no puedo decirte por qué. Quizá sea tu indiferencia o tal vez tu infalibilidad ante el hecho de que todavía soy tuya. Ya sé, es tu seguridad y estupidez que han bañado tu armadura de marfil; aquella que habías prometido pulir por aquellas manchas de tus mentiras. No, entiendo, sé que es la ceguera. Esa que siempre estuvo contigo desde el momento en el que me dijiste: "Te quiero" ¿Acaso yo siempre estoy mal? ¿Siempre soy la "dramática"? ¿Tú nunca cometes errores? ¿Acaso un "Lo siento" sincero existe en ti? Promesas que nunca se cumplen, no debería sorprenderme, a estas alturas, todos los días escribimos nuevas en la pizarra. Te escribo a oscuras porque soy cobarde y también porque ya no creo que me escuches como antes. Quisimos construir tanto nuestra falacia, que ya no nos atrevemos a destruirla. ¿Quién lanza la primera piedra? Créeme que yo quisiera, pero sé que fui quien más construyo

Diario Sec J.Luna (5)

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11 de Febrero 2011 He intentado hacer todo lo que habitualmente hago, como la tarea en las tardes, bañarme con regularidad y comer sin tanta demora. Pero no es así, en cada quehacer se encuentra envuelto una dramática pausa en donde no dejo de pensar en Ángel.De repente me detengo a mirar un punto inexistente y recuerdo el horrible sentimiento hiriente que me ha hecho quedar varada en el limbo de los rechazados. Y a pesar de tener una grieta grande en mi pecho, sigo considerando en prepararle una sorpresa para este 14 de Febrero. Seré una imbécil, pero qué puedo hacer, ni yo misma controlo mis estupideces. Debería preocuparme por mis calificaciones, de cierta manera debo de mantener un promedio perfecto si pretendo calificar para los concursos estatales de conocimiento. Es una meta, sin embargo no lo tengo como una propiedad ahora mismo. Me encuentro frente al ordenador con un cuaderno de no se qué materia, un montón de plumas  y colores sin usar, y Facebook abierto. Conscien

La chica de la ventana

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Todas las tardes la veo sentada ahí… No importa si llueve o si bajo un rato a la sala y vuelvo a la misma ventana, ella está ahí. Siempre chocamos miradas, aunque ninguno de los dos lo quiera. Y por ella no puedo parar de pensar en mil y un cosas de las que podríamos platicar. Aunque nunca hayamos hablado, sé que es lo que le gustaría discutir, sé lo que quiere decir en verdad en su día y sé que siempre la pasa muy mal. Algunos días la veo triste, otras veces no deja de mirar su computadora y se ríe. Se ve hermosa cuando ríe, pero nunca es por un largo rato; cada que voltea a su lado se le borra la sonrisa y vuelve a perderse en ese mundo de fantasía al que llamamos Internet. Todas las tardes ella se encuentra cabizbaja, en cada uno de esos días no deja de llorar en silencio.  Y yo estoy aquí mirándola de lejos y sin poder tocarla. Lo raro de esto es que de vez en cuando ella voltea hacia donde estoy yo, pero no me dice “Hola” y yo tampoco lo hago, sólo nos quedamos

La carta de Píramo

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Oh alma que en negra esperanza ha caido en las garras del enemigo.  He de decirte que la aguas del Atlantis siguen sucias,  y en sus cielos nunca se verá el cielo brillar.  Quién diria que me importaría,  pero lo hace.  Me importa si la piedra del pasado se quema en Tártaro,  si el susurro de media noche se funde en los dominios de Tifón.  Quiero que se me devuelva lo perdido,  que Hades hable conmigo  y se apiade de mi alma marchita.  ¿Cuánto más debo de decir  para que se entienda aquellas palabras que Eolo se ha llevado?  No lo entiendo.  Qué será de mañana  cuando tenga al abismo en mi rutina.  Una lamentable verdad que he esculpido en mi vida  pero de la cual nunca me preparé.  Qué tonto ha sido entonces mis voluntades y las tuyas,  paganos de la misma religión,  la vida misma. No hay lugar para mí en los lares de un Olimpo.  No hay perdón entre los brazos de una madre que nunca conoció a un hijo.  Perdido estoy, hoy y mañana

Bajo el sol no quiero estar

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Odio tanto que las cosas sean tan contradictorias.  Qué gracioso ¿No? Uno pensaría que al estar en la luz se llega a amar la alegría y el calor de las mañanas,  el sabor a naranja y menta...  El capricho de siempre reír sin reservas.  Pero... ¿Por qué he de estar parado siempre debajo de él (de ti)? Lo odio.  ¿Cuándo fue que el sol se convertiría en un fastidio?  Una estela encaprichada con la sensación de placer,  la sensación de siempre tener la razón.  Siempre pensando que la necesitas sin una explicación.  Yo ya no, pero no lo puedo dejar así. Hay algunas (muchas) veces en las que no le importa lastimar si una sonrisa está en su rostro,  alega que nunca se da cuenta,  pero la verdad es que la indiferencia a la empatía es su don. Por favor.  ¿Es que acaso no te das cuenta de las lagrimas o el sudor?  ¿Las heridas y las excusas de éste amor? ¿Has de brillar siempre sin dejar de ignorar sin pudor? La vida debajo de ti me ha dañado,  he supl

Quiero hablar contigo

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Alma he dejado en la mesa, alma que creí perder, alma que quizá ya no vuelva tener. Amor, he querido hablar contigo Quiero que sepas cosas que no sé, algunas de ellas sin hilo, otras sin pies. Dejo entre mis cabellos mis ideas, las cepillo cada mañana y las pierdo entre las cerdas. Necesito contarte esto de ayer, de antier y del anterior  mes también. Amor, no sé qué hacer ¿Qué es lo que debo decir? Me encuentro caminando por el cuarto, descalza y sin propósito. Sin ambición a seguir así, a querer mirar hacia lo ordinario. Recuerdo haber limpiado nuestra sala, si, limpié tu  nombre y también nuestro interés. Pero no encuentro aún nuestras conversaciones. Si, ya casi termino de quitar el silencio, pero no sé dónde está el recogedor. ¿Sabes si todavía nos queda de aquel amor? No, perdón, creo que se llamaba "confort". Creo que quise dejar el baño a lo último, la mierda rebosa por toda nuestra historia. Sin embargo, no te preocupes, igual lo lim

La tormenta

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Lo había olvidado, casi pierdo la verdadera noción de quién soy y de qué es lo que me hace ser así.  Vivo mi vida entre tinta y papel, navegando entre los mares de una dimensión paralela a la nuestra, converso por las noches con los animales nocturnos y temo siempre a la muerte y sus sorpresas. Me divierto con Susan y sus locuras, me compadezco de Violet y sus desgracias, y cómo olvidar a Luna, la musa de mis historias y de mis sueños, aquella quien empezó con mi pasión de escribir.  Pero, queridas amigas, heme aquí, pretendiendo hacer otras cosas de las que nunca me preparé y de las que siempre aborrecí.  Peor aún, vivo casi todo el tiempo censurada de mis labios y de mis pensamientos, quisiera poder hacer un monólogo en medio espacio público o recitar pequeños fragmentos de nuestros poemas a los desamores... Pero no, sigo aquí pretendiendo divertirme con cosas superficiales. Mi mundo ahora es como un cuarto sucio y desastroso, en donde sé que debo limpiar cada rincón para vo

Nadie más, sólo yo

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Subió a la cima de la montaña... pensado que solo estaba.  Triste, se sentaba  para mirar el mar y la playa.  "Nadie más habita aquí", decía a los vientos en la mañana.  "Sólo yo... Nadie más" A veces escribía en la tierra,  y volvía a exclamar sin novedad.  Creía que el mundo así debía ser, no conocía otra realidad.  Escribía sin parar, en hojas o troncos, cada vez que oía al silencio pasar por aquella cima de ojos nublados. "¿Nadie más habita aquí?" preguntó una tarde, cansado.  Y sin respuesta a su plegaria, continuó escribiendo sin ánimo.  En la cima de la montaña se encuentra,  viendo al tiempo pasar  y a las aves emigrar.  Quería compañía tener,  pero nunca abandonaba aquella montaña que siempre lo veía al amanecer.  Siempre, solo, siempre él.  "¡Nadie más habita aquí!" gritó una noche, llorando.  "¡Nadie más que yo!" Y se rindió. Tiempo de pedir el roce

La muñequita

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Cuando eres mujer, parece que pasan muchas cosas a tu alrededor; a veces son cosas de las que nunca estuviste consiente de que ocurrían, otras fueron algo sin importancia, y algunas más forman parte de aquello que no pudiste detener.   La figura femenina, hoy en día, está rodeada de un remolino de contradicciones, dentro en una burbuja en la que no tiene oportunidad de protestar; callada e intranquila. Y sería común decir que es por causa de la opresión machista, pero no es así, nunca lo fue.  Como en todas las desgracias que nos pasan, queremos culpar a otra persona de ellas, descartando inmediatamente a nuestras acciones.  Pero de entre todos los problemas o conflictos, la depresión ha sido la que a llevado a muchas de las mujeres a trágicos desenlaces.  No necesariamente hay que mencionar a la muerte para decir lo desafortunado que ha sido su camino, no, en la misma vida se encuentran abrumadas por éste estado anímico.  Lo peor de todo es que no están consientes de ello. Al