Por qué no pudiste amar

Aún siento fría aquella herida en el corazón, una que fue hecha cuando pasó el huracán de tu indiferencia. 
Aún recuerdo cómo fue que con mi equipo de aventura y mis ánimos de principiante, me atreví adentrarme a tus juegos de niño herido. Te presentaste ante mí como un hombre con sueños y mucha imaginación, alguien con quien era agradable hablar sin importar la hora o el clima. 
Era hermoso cuando, al saber que yo me estaba derrumbando, tú corrías inmediatamente a rescatarme, y si no podías te la ingeniabas para hacerme sonreír al menos, mientras veías como me levantaba con las últimas fuerzas que parecían mejorar. 
Encantador también cuando parecía que yo era la única mujer de tu mundo, en donde parecía que no existían las demás figuras voluptuosas de nuestro alrededor. 
Un romántico empedernido que sabía que no era una chica de gustos caros, me regalabas lo más sencillo y para mí era todo un lujo. 


Ahora es difícil sonreír al recordar todo eso, es más fácil llorar y dibujar en la arena una máquina del tiempo. 
No te mentiré, estoy suplicando constantemente volver a ser ante tus ojos aquella guerrera enamorada del príncipe de plata. Quisiera volver a amar con esa intensidad que ahora veo como una fantasía. 
Te amaba tanto que incluso no me molestaba quedarme hasta tarde para ayudarte a ti con lo que pudiera, aún lo seguí haciendo cuando mi príncipe se convirtió en el antagonista, aún cuando en vez de tomar mi mano, tomabas mis energías para hacerlas añicos, sólo por diversión. 
Si tan solo hubiera un dios, si tan sólo existiera la magia; rezaría, me volvería alquimista o incluso compraría un libro negro para volver a lo que eramos antes... Antes de ésta guerra sangrienta entre amantes-enemigos. 



¿Por dónde podríamos comenzar a explicarle a nuestros compañeros de aventuras, lo que nos pasó? ¿Fuiste tú o fui yo? ¿Quién tiene la culpa de todo esto? 
Ahora mismo no lo puedo decir, lo único que sé es que estoy herida y que soy una tonta por no haber terminado todo esto cuando aún la herida era sólo un raspón. 
Cuando empecé a notar que tu vacío eran más grande que tu corazón, debí de haber corrido. No por cobardía, sino porque ese mismo fue el que nos hizo sufrir a ambos durante nuestra pequeña historia de amor. 
Querías atención, cariño y todas las atenciones de una novia, es por eso que te esforzabas tanto en ser siempre el príncipe encantador de los cuentos de hadas, porque querías que yo hiciera lo mismo, de la misma manera; pero cuando te diste cuenta que mi manera de demostrarte que te amaba no te era suficiente, te fuiste a otros brazos. 
Cuando decidí perdonarte, una parte de mí ya no volvió, aquella segura de lo que era para ti: la mujer hermosa que decías querer. 
¿Por qué te perdoné? Porque volviste a hacer florecer al príncipe que apareció en primera instancia en nuestra historia, aquel que me enamoró desde un inicio lo volvió a hacer en esa situación.  
Valía la pena perdonar al hombre que me amaba "incondicionalmente".
Claro, fui una idiota, porque ya habías probado el fruto prohibido, yo ya te había perdido mucho antes de haberte conocido y ni siquiera me di cuenta. 
Buscas ser amado por todos, no sólo por unos pocos. 
Esa fue la razón principal por la cual yo nunca pude haber sido tu musa, porque al mismo tiempo que florecías conmigo, te diste cuenta que podías compartir de ese mismo brillo que me dabas a mí, a otras personas. 
Piensas que la fidelidad sólo se basa en la no penetración de genitales, pero cuando coqueteabas con otras mujeres ni siquiera te dabas cuenta que provocabas lo contrario. 
Aún en la actualidad no sé si eso sea cierto al cien por ciento ¿De verás no notabas cuando una mujer quería acercarse de manera romántica? o peor ¿No te dabas cuenta cuando le hablabas a otras mujeres así como me hablabas a mí? ¿Enserio?
No valían de nada las cosas que hacía por ti, no valía de nada mis palabras ni mis esfuerzos por hacerte feliz; porque eso ya no te satisfacía. 
Viste la oportunidad de compartirte con muchas mujeres, y lo hiciste. 
Pero no querías irte de mi lado, y yo no quería dejarte ir. 
Me convertí de tu princesa a tu sirvienta, aquella que te elogiaba cuando otras no lo hacían, a besarte cuando otras no te guiñaban un ojo en la calle, a hacer el amor cuando te sentías miserable y repugnante. 
Te enojabas cuando te señalaba con el dedo sobre hablar con otras mujeres que tenían otras intenciones contigo. Me decías loca y dramática, me golpeabas con tus palabras que hasta ahora aún tienen huella en mi cabeza; lo dejé ir, porque hasta yo misa lo llegué a creer. 

<<Él no me puede engañar, soy su novia>>

Pues el título valió poco para ti.
Creo que lo que mas me duele ahora es que cuando todo terminó, vi cómo sonreías a la siguiente en la fila y te retiraste sin si quiera mirar atrás. 

Y si de todas las cosas que pienso, me equivoco ¿Por qué nunca me lo hiciste saber? ¿Por que tus acciones siempre demostraban lo contrario? ¿Por qué ya nunca me besaste como lo hacías antes? 

Vaya... nada más tienes que leer ésta carta para saber que aún siento cosas por ti. 
No puedo esperar el momento en el que ya no sienta nada, en el que tu sombra sea sólo un leve recuerdo y que ésta relación sólo sea una página más entre mis diarios. 

Imbécil sin corazón, sigue pretendiendo que no tienes el amor suficiente así siempre te quedarás solo, nada podrá llenar el vacío en tu corazón si no te detienes a cultivar bien y apreciar el que ya tienes. Hay personas a tu alrededor que en verdad te aman, y no lo quieres ver, porque para ti ellas siempre están mal y tú estás bien. 
Ojala aún pueda respirar en el momento en el que te des cuenta que parte de mis palabras tienen sentido, que lastimas a todos lo que te quieren ayudar y que cuando te aburres de ellos, no te importa lastimarlos. 

Un último deseo: sólo espero que la mujer que siga después de mí no tenga que lidiar con lo mismo que yo. Es un dolor que nadie merece sufrir; ser engañada, golpeada y humillada por tus mentiras, por tu ego y por tu sed de amor, que resulta asfixiante. 

J. Luna





Comentarios

Entradas populares de este blog

Amor a distancia (Obra de teatro)

La chica de la ventana

El calendario (Poema)