La muñequita

Cuando eres mujer, parece que pasan muchas cosas a tu alrededor; a veces son cosas de las que nunca estuviste consiente de que ocurrían, otras fueron algo sin importancia, y algunas más forman parte de aquello que no pudiste detener.  
La figura femenina, hoy en día, está rodeada de un remolino de contradicciones, dentro en una burbuja en la que no tiene oportunidad de protestar; callada e intranquila. Y sería común decir que es por causa de la opresión machista, pero no es así, nunca lo fue. 
Como en todas las desgracias que nos pasan, queremos culpar a otra persona de ellas, descartando inmediatamente a nuestras acciones. 
Pero de entre todos los problemas o conflictos, la depresión ha sido la que a llevado a muchas de las mujeres a trágicos desenlaces.  No necesariamente hay que mencionar a la muerte para decir lo desafortunado que ha sido su camino, no, en la misma vida se encuentran abrumadas por éste estado anímico.
 Lo peor de todo es que no están consientes de ello. Algunas creen estar bien o se conforman con aquello que suponen que es lo correcto, cuando no es así. La razón por la que muchas mujeres aún no se animan a formar parte de los movimientos auténticos feministas o por qué no salen de sus casa cuando están con una pareja violenta, es porque esas mujeres consideran que las que están mal son otras personas, no ellas. 
Pero esto va más allá de mujeres sanas y mujeres con un problema de perspectiva, hablamos de algo que sucede en el inconsciente; una semilla implantada desde nuestros primeros años de vida y que se nutre con nuestras interacciones en la sociedad. 


Aunque no queramos aceptarlo, varios de nuestros problemas se generan desde que somos niñas. Desde el momento en el que nos convertimos en la "muñequita de mamá". 
Si nos pusiéramos a preguntar a cada mujer de la ciudad cómo recuerda a su mamá cuando era pequeña, muchas nos contestarían que eran muy demandantes, "castrantes". En la casa, era quien exigía más disciplina a su mismo género, su hija. Y no es de sorprenderse que, en psicología, es así como pasa, porque la mujer espera reproducir todo lo que es en ese papel en blanco, que es su sucesora. 
"Cruza las piernas, no eres hombre para traerlas abiertas", "Arréglate, debes verte bien", "No juegues con los niños", "Debes ayudarme en la cocina", "Ven, limpia los trastes", "Tú no vas a ningún lado si no te acompañan".
Lacan decía que cuando somos pequeños, nuestro mundo entero era un caos. Las cosas que nos rodearon no tenían nombre, forma, concepto, no eran elementos definidos, pero los únicos constantes de nuestra visión eran nuestros padres. Esas figuras que parecían inmóviles en el mundo de caos, se convertían en la imagen que adoptábamos para poder formarnos. 
Y en el caso de la madre, las hijas se convertían en el perfecto lienzo para poder plasmar su imagen. 
Al paso de los años, las niñas se va moldeando según el deseo de la madre y esos deseos son parte de una cadena de tradiciones femeninas, transmitiendo inconscientemente el mensaje de una persona sumisa. 
En este proceso de moldeo se ven frustrados varios deseos de la persona, cuando se quiere hacer algo diferente al margen que pinta la propia mujer; un ejemplo muy claro es cuando la niña quiere jugar con objetos que los varones tienen en su poder. Obviamente la madre es el primer vigilante que se encarga de mantener a raya la conducta femenina en su hija, y al ver conductas o deseos que no forman parte de su perspectiva o de la misma sociedad, los reprime. 
Los años pasan, la niña se vuelve mujer pero no deja de ser una muñequita. Varias de las conductas que se aprendieron en la niñez se repiten en la etapa adulta, como maquillarse.  
>> "Arréglate, debes verte bien"
 Cuando una mujer se maquilla no es para sí misma sino es para otras personas. Es cuando se nota la dependencia de la opinión ajena. 



  Y el problema más común que suele aparecer en la mujer, cuando se vuelve dependiente de otras personas, es su sexualidad.
Muchas mujeres, al tener su primera relación sexual, suelen llenarse de culpa, asco por sí mismas, incomodidad y enojo porque no están seguras de que si lo que están haciendo está bien. A diferencia de los hombres que tienen una libertad para poder explorarse y no ser juzgados por eso, la mujer vive censurada de su sexualidad desde que es pequeña.
 Y lo sabemos muy bien porque ninguna mujer habla abiertamente sobre su primera masturbación o de las cosas que les gusta en la cama. Muchas se preguntan por qué les cuesta tanto hablar con su pareja de las cosas que les gusta al momento de la relación sexual, y es fácil, es porque nunca se tuvo la libertad de poder discutir ese tema porque si lo hacías rápidamente te tachaban de promiscua o no había otra mujer dispuesta a hablar de eso.
Porque así nos lo enseñaron. 
Nuestra propia vagina es un tabú para la sociedad, es tan raro hablar de ella que resulta divertido para los hombres usarlo como un insulto o como algo asqueroso de lo que te debes de avergonzar. 
Esa es la imagen qué pintan para nuestro órgano sexual, y ésta es bombardeada a cada rato en la televisión, las conversaciones, el internet, entre otras cosas. Sumándole eso a nuestra educación de ser discretas, es muy común decir que la mayoría de las mujeres sufre anorgasmia. No sabemos qué es lo que nos gusta al momento de estar en la cama con nuestra pareja porque nunca nos hicimos esa pregunta antes, y, sin experiencia, llegamos a suponer que lo que le gusta a nuestra pareja es lo que nos debe de gustar a nosotras. 
Es aquí en dónde poéticamente usamos el rol de mamá con el varón. 
Así como una madre da su pecho para dar leche a su bebé, la mujer le da su sexo al hombre para satisfacerlo. 


Es una pena que la mayoría de la población femenina no sabe qué es un orgasmo. Porque el orgasmo es un acto egoísta, es el clímax final de nuestros deseos cumplidos. Y las mujeres en la cama lo primero que van a pensar no va a ser en sus deseos si no en los de su pareja. Su mentalidad a veces se guía por las frases "Si no lo hago con el, él lo hará con otras" o "Quiero que él se sienta bien". 
No es necesario que el hombre sea un tirano para poder crear estos pensamientos en la mujer, ya es algo que se tiene arraigado desde la infancia. Como antes ya se había mencionado, la madre es el ejemplo que rige a la hija durante toda su vida y entre sus enseñanzas se encuentra que la imagen del hombre es indispensable y a veces superior. 
"Complacerlos, es parte de la tarea de la mujer".
Ahora viendo que la mujer tiene que satisfacer a personas ajenas en cada momento de su vida ¿Cuándo son los momentos en los que se complace a sí misma? 
En la mayoría de las veces, ninguno. 
Sí de niña tenías que complacer a una mamá, de joven a una pareja, siendo esposa a tu esposo y siendo madre a tu hijo; no había espacio para satisfacer los goces que se exige uno de manera mental y física. 
La depresión en la mujer es porque nunca encuentra el momento de conectarse consigo misma. Nunca deja de ser la muñequita de alguien más, encerrándose nuevamente en esa burbuja de conformismo, acatándose a lo que dice la sociedad y lo que dice de sí misma, porque así fue como le enseñaron a ser.


J. Luna

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