Fue así como murió

Y fue así como murió.
Dejó a un lado una carta y su última lágrima.
Se refugió en el cielo y jamás volvió a hablar.
Fue así como pudo optar
en caminar hacia un nuevo lugar.

Pero nunca pensó en el después,
no se preocupó por Osiris
o por el pago para caronte.
Para ella, no existía ni uno ni otro
que le preocupara encontrar del otro lado.

No hubo cielo, ni infierno,
tampoco encontró ángeles o cuernos.
No sintió el fuego o la menta prometida,
sólo la oscuridad distinguida.

Sola, volvió a llorar
sin lagrimas o pañuelos.
Ya no había agua entre los ríos,
ni rosas entre los abetos.

Así fue como murió,
así fue como supo que no había nada más,
sólo agonizante certeza de la nada
y su horrenda mirada.

J. Luna


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