Bajo el sol no quiero estar

Odio tanto que las cosas sean tan contradictorias. 
Qué gracioso ¿No?
Uno pensaría que al estar en la luz se llega a amar la alegría y el calor de las mañanas, 
el sabor a naranja y menta... 
El capricho de siempre reír sin reservas. 
Pero... ¿Por qué he de estar parado siempre debajo de él (de ti)?

Lo odio. 
¿Cuándo fue que el sol se convertiría en un fastidio? 
Una estela encaprichada con la sensación de placer,
 la sensación de siempre tener la razón. 
Siempre pensando que la necesitas sin una explicación. 
Yo ya no, pero no lo puedo dejar así.

Hay algunas (muchas) veces en las que no le importa lastimar si una sonrisa está en su rostro,
 alega que nunca se da cuenta,
 pero la verdad es que la indiferencia a la empatía es su don.

Por favor. 
¿Es que acaso no te das cuenta de las lagrimas o el sudor? 
¿Las heridas y las excusas de éste amor?
¿Has de brillar siempre sin dejar de ignorar sin pudor?

La vida debajo de ti me ha dañado, 
he suplicado por tu perdón
y también lo he hecho por tu amor. 
Pero heme solo otra vez, 
a pesar de que éstas aquí.

He aprendido a ocultarme en las sombras, 
en fingir que formo parte de las risas que quieres. 
Y aunque te grite en la cara,
creo que sigues sin querer ver.

¿Qué ver? Dirás.
Y yo te responderé:
Nada.
Ese es el punto.

Es por eso,
que bajo el sol no quiero estar,
bajo de ti no hay NADA que valorar.
NADA que lamentar...
NADA más que se pueda rescatar.

J. Luna









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