Nota de Clase

Garantizo que lo que voy a escribir no tiene nada que ver con algún proyecto académico. Ni siquiera sé si esto sea conveniente exponer porque mis dedos aún se retuercen de la vergüenza que pasé hace unas horas atrás. Ni siquiera sé si cuando se sepa lo que hice siga en pie mi credibilidad.
Hace unas semanas atrás, en una de mis sesiones con la psicóloga, estuve hablando de mi aberración hacia mi carrera. No hay nada que me haga feliz dentro de ella. Dije que ya estaba cansada de estudiar, no por el no querer hacer nada sino porque toda mi vida me la he pasado estudiando y trabajando duro para poder alcanzar los mejores promedios.  He pasado la mayoría de las veces demostrando a los demás que no soy una tonta cuando no lo estaba logrando.
Mi reto más grande era mi papá, quería que él se impresionara de lo que hacía pero ninguno de mis esfuerzos fue como yo lo esperaba. A pesar de hacer que él sonriera, eso no me producía ninguna satisfacción. Seguí intentando, pensé que pronto iba a poder darle más razones a mis desvelos pero no. Es más, mis dieces no rebasaban los sietes y materias reprobadas de mi hermana. Sonará estúpido, pero mi hermana tenía más atención reprobando que yo haciendo lo contrario.
Seguí satisfaciendo a mi padre del orgullo que pretendía importarme hasta terminar la preparatoria.
Pensé que al entrar a la universidad, el estudiar y hacer trabajos iba a ser más fácil porque serían cosas en las que tengo enfocadas mi interés. Sin embargo me topé con la sorpresa de que no era así, que lo que había escogido no me llenaba ni siquiera me daba esa gota prometida de “satisfacción” que tango estaba buscando cada vez que trataba de obtener buenas calificaciones.
 Entonces, ser la mejor en algo que no me interesa por el resto de mi vida… No, ya no quería que pasara de nuevo ¿Qué le puedo enseñar a mis hijos?
   “Hijos, yo estudié porque ya no había de otra y tomé lo que pude”
Tantos años me llenaron la cabeza de que puedo estudiar lo que yo quiera y que debo de enfocarme a algo que me apasione… Pero nada me colma ahora.
Si tan sólo tuviera a alguien con quien compartir trabajos, pero ni eso tengo en mi facultad. Mi salón está lleno de gente hipócrita que inventa chismes a mis espaldas. No se puede confiar nada en ellos, ni siquiera una pequeña fracción de camadería.
Perdí los estribos nuevamente.
La psicóloga sugirió que le viera el lado bueno a eso. Que quizá lo que yo realmente quería debía de esperar un rato más.
¿Un rato más? ¿UN JODIDO RATO MÁS? Estoy en la jodida universidad, lo que yo quiero debe ser ahora. Ya no quiero seguir haciendo lo mismo en un lugar en donde supuestamente tengo que dar todo de mí para estar en paz conmigo misma.
Ahora resulta que las cosas no son así. Que tengo que lidiar con la mentalidad de obreros para poder sobrevivir. Esto ya no se trata de lo que uno quiere sino en lo que uno necesita hacer para comprar al menos algo en una tiendita.
Me siento tan frustrada y fastidiada.

Algunas personas me trataron de animar a seguir con lo que tengo pero es difícil aceptar esta patética realidad que hace que me den ganas de vomitar. 

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