Me enloqueces todavía.

Me queman los deseos de tocarte en secreto, me quema por completo este sentimiento que abruma mis noches al recordarte. Eres el ángel que se convirtió en mi más puro pecado, en mi más codiciado tesoro.
Pero yo ya no soy tu pirata, no soy más aquel a quien siempre le hablas en las noches. Ahora mismo debes de estar hablando con el embustero, el estúpido que cree saber de ti. No entiende ni la mitad de las cosas que te gustan, eres una suave rosa tímida de sentimientos, tú no abrirías tu corazón lleno de cicatrices a un imbécil de sonrisa infantil.
No logró comprender cómo es que te olvidas de mí, de lo que vivimos y sufrimos en aquellos años de amor sincero y lágrimas de nuestra pena en desvelos. ¿No te acuerdas de nuestras madrugadas, las llamadas y las veces en las que me decías que me adorabas?
¿No recuerdas la vez que te dije que te amo sin rodeos? Te lo repetí tantas veces esa noche hasta que sentí que el alcohol no me dominaba, sino los sentimientos hacia a ti. Esa rabia que sentía hacia mi mismo no deja de asfixiarme, me considero el hombre más vacío de todo tu universo. Ni siquiera estoy consiente de mis palabras.
Quisiera poder borrar el pasado que yo mismo dibujé contigo, aquel que yo manché con toda la intención de indiferencia. Dejé que mi mundo me absorbiera en mis dudas y mi conformidad a la rutina aburrida que creí tu deseo. Subestimé lo que fuimos, subestimé todo de lo que eras capaz de hacer por amor...por mí.
Me burlé de ti. Te hice a menos y siempre supuse que no podrías hacer algo más que sólo depender de mí. Pero la realidad no era esa, yo dependía por completo de tu sonrisa y también de tus lagrimas, sabía que yo era la causa de ambas, y me gustaba.


Confiado de que aún seguías sobre la palma de mi mano, te desatendí. Ya no me importaba si no te daba las "Buenas noches". Ni me daba cuenta si ya eran las 12 del otro día, sabía que tú siempre estabas esperándome del otro lado de la línea. 
Fue como la seda, que te escapaste de entre mis dedos. Ahora ruego por las noches que esa sensación tuya no lo esté disfrutando ese patán. 
 Demonios, te extraño. 
Extraño la sensación de tenerte, de poder decir que eras mía y que todas tus locuras yo las conocía. Si me preguntas ahora alguna cosa sobre ti, puedo decírtela. Es tan cruel de mi parte que te diga esto ya que cuando estábamos juntos parecía como si siempre lo olvidara; y eso también te lastimaba. 
<<Idiota>>  
En la oscuridad de mi habitación no dejan de pasar, como una película vieja, aquellos recuerdos fantásticos en los que tú eres la protagonista. Lo malo de eso es que no dura para siempre, debo enfrentarme al presente, aquel en donde tú ya no compartes mi cama en las tardes y en donde te encuentras con otra persona a tu lado. 
Constantemente me pregunto si él está cometiendo mis errores, si se siente confiado de que tú nunca vas a dejar de amarlo y por esa razón empiece a hacer estupideces de las que después se arrepienta.
Recuerdo que cada vez que te hacía llorar, me perdonabas inmediatamente, sonriendo y diciendo "No importa, ya pasó", Fue así como me hiciste creer que en verdad podías dejar pasar algo tan fuerte como una mala elección de palabras.  
Él pasaría a formar parte del patrón de malas elecciones que has tomado, gracias a esas falacias que siempre has creado.


No te equivoques, no le tengo lástima a ese perro rastrero sobre tus pies.  Me importa un carajo si él también sufre. Pero lo que no puedo ignorar son las recompensas que tú le das cada vez que te hace sonreír.
No te merece, nadie debe merecerte, nadie sabrá cómo hacerte feliz por completo. Y eso me gusta, quiero formar parte de la fila de hombres que quieren intentar completarte y llenar de sentido esos gestos dulces que derramas al eterno vacío incomprendido. 
¿Me dejarías intentarlo nuevamente? Déjame llenar una vez más de pasión tus días, necesito acariciar tu piel para derramar aquel sentimiento de lujuria ante tu presencia. Sé que hay algo más en ti que sólo gestos gentiles. Necesito tomar tu mano y estrecharla tan fuerte para asegurarme de que no me has olvidado. Tus labios serían el remedio adecuado para hacerme sentir vivo de nuevo y tus caderas el mar eterno de mis Argonautas. 
¿Que ya no tengo oportunidad? Lo comprendo. Puedo comprender que ya no me quieras ni ver o que mi sola presencia de eriza la piel de desagrado. Pero por favor, no me pidas que me olvide de ti, que deje atrás lo nuestro. Ya sé que te perdí, pero no puedo aceptar que no existe la posibilidad de remediar.
Contéstame, por favor. Me muero cada vez que ignoras mis mensajes o que intentas responderme con frialdad cuando nos encontramos por las calles. Te busco para poder hablar y sólo recibo la estaca de la temible crueldad de tu indiferencia. 
Me enloqueces todavía. 





Comentarios

Entradas populares de este blog

Amor a distancia (Obra de teatro)

La chica de la ventana

El calendario (Poema)