¿Por qué está cerrada la puerta?

Nota: El siguiente artículo es sobre el tipo de personas que decidimos no mostrar gran parte de nuestros sentimientos o pensamientos a cualquier tipo de gente ajena a nuestro "yo y sólo yo". Puede que te interese, puede que no, sólo te aviso que hago esto con el motivo de desahogarme un poco.

  ¿No te ha pasado que a lo largo de estos años la gente va perdiendo el brillo de su maravilla y confianza que tenías de ella? ¿No te ha pasado que cuando vas a contar algo de tu vida la piensas muchas veces? ¿Has mentido alguna vez para ocultar algo de ti? ¿Has hecho máscaras a lo largo de los años para ocultar lo que en verdad sientes o lo que quieres decir?
  Te compadezco, eres como yo. 



   Si me lo permites, déjame contarte a ti un poco de mí. 
   Hace muchos años atrás, cuando todavía veía al torpe de Barney en la televisión y le preguntaba a mi madre si podía llevarme algún día con él, yo era una niña de lengua sincera (demasiado) y mucha energía. Una vez, por accidente, me tiré jabón en polvo en los ojos, sólo para saber si yo también podía provocar aquella espuma que aparecía cuando lavas la ropa. ¡Qué estúpida! ¿No? Se entiende, todavía no sentía el verdadero dolor, y yo estaba pidiendo a gritos que me lo enseñasen.  Fue cuando por fin obtuve lo que mi yo interno quería saber. 
   Muchas veces tuve que soportar burlas, ¿Por qué? Porque estaba gorda, porque tartamudeaba, porque no me sabía peinar, porque destacaba mucho en clases, porque a veces no conocía de los temas "modernos"... etc. Mis amigos eran mis compañeros, mis quimeras. Mis secretos ya no me pertenecían, mi inocencia fue vendida para las risas y mi mala imagen fue puesta en la puerta de la sociedad de "pequeños adultos".
   De una vez quiero aclarar que no es lo mismo decir "amigos" a "compañeros".

 Amigo es aquel con el que en verdad cuentas en los momentos difíciles, no aquel que sólo te busca para su bien y no está dispuesto a tenderte la mano para ayudarte. 
     Como decía, yo sólo fui otra persona más en la lista de miles de millones que son sometidos al sistema de comportamiento correcto en nuestra sociedad. Para entenderlo tuve que sangrar, literalmente, sangrar para poder sentir el sabor metálico en la boca y concentrarme en el dolor para no volver a hablar con imprudencia. Quizás exagero, sólo un poquito. Esas heridas no fueron hechos por otros sino por mi propia mano. 
    Observa, durante la primaria yo estuve en cuatro escuelas diferentes y cada una de ellas pude ver el lado cruel de las personas de todas las clases. La clase media despreciando tanto pobres como ricos, los ricos despreciando a los que eran más poderosos, los pobres envidiando a los ricos y poderosos; y los poderosos despreciando a todo aquel que osara mirar sus vienes con anhelo. Yo no encajaba en ninguno, y no podía decir que yo hablaba porque simplemente me complacía saber que aún podía decir alguna palabra. Yo era la pequeña alcornoque que todos manipulaban para poder satisfacer sus necesidades egoístas, como prestarle dinero y nunca volver a verles la cara; contar secretos y nunca poder tener paz en mi interior; mirar los rostros de las personas aburridas en tus conversaciones y, lo que más me marcó, decir la verdad y ser tomada como una insensible estúpida. 
    

     ¿Quieres saber cuál de todos los acontecimientos estúpidos que me pudo haber pasado fue el que me cambió? 
      Una noche de noviembre, cuando estaba con una almohada contra el rostro, llorando y rayándome la piel con insultos a mi misma. La torpe niñita Jessica tenía apenas diez años, cuando supo por primera vez que "sus amigas" de siempre, la habían degradado a "la puta gorda que no soporta ver películas de terror". Una pijamada, en la cual habían puesto una película ya muy noche, y yo casi grité de locura al imaginarme morir de la misma manera que los actores. (Te diría cuál es el origen de mi fobia, pero ni yo la sé. Soy tanatofobica) 
    No culpaba a mis compañeras, no culpaba a la película, me culpaba a mi misma por ser tan débil y tan "niña". Tantas fueron las veces que abracé la almohada y llene mi piel de la palabra "puta miedosa" que me acostumbré al hecho de convertirme en mi peor enemiga. Y también por esa razón a veces hablo sola, y me insulto a mi misma. 
   ¿Por qué hoy soy lo que soy? Una persona que sólo escucha y se burla de sí misma antes de contar algo personal. Por mis quimeras. 
   Porque a pesar de estar a sólo unos meses de cumplir mis dieciocho, aún puedo mirar los rostros desaprobatorios que siguen mis labios. Están parados junto a mí diciéndome que no debería hablar de más o decir algo personal. 
   Pero ¿Qué crees? Yo no me muestro así. Pregúntale a cualquier compañero de mi preparatoria y te dirá que soy aquella loca que levanta la mano en primer lugar, que se ríe a carcajadas en cualquier momento, que va a clases de teatro y se divierte, que es una buena amiga...
    No son cosas que a la gente le importa saber en el momento, y tampoco esto es parte de una buena conversación. 
   -Oye fíjate que yo me rayaba de niña y me decía a mi misma "puta". 
   No. 
   Gracias a todo esto, me he convertido en alguien altruista. Doy gracias a mi conciencia de que no me haya convertido en una persona igual a las que veo en mi memoria. Escucho a la gente porque sé que pocas personas harían lo mismo (Por que a mi me hubiera gustado obtener ese lujo años atrás), no me importa dar dinero ahora aún sabiendo que quizás no me lo devuelvan (porque sé que hay gente que en verdad lo necesita y que se le hará difícil devolverlo, por sus mismo problemas), rio demasiado (porque sé que con ella mis malos gestos desaparecen), hago reír a la gente (porque quiero pensar que tuvieron un mal día y yo puedo cambiar eso con una sonrisa), y muchas otras cosas más. 

  Sin embargo, acepto que tengo un problema. El problema de no confiar fácilmente ahora en las personas ajenas a mi pequeña familia. Mantengo cerrada mi puerta, y ha estado así por tanto tiempo que a veces siento que ya no existe entrada alguna hacia lo que en verdad siento y pienso. Y cuando personas en las que vale la pena confiar se encuentran con ese reto no les puedo ayudar a entrar, no sé por dónde empezar a guiarlos. 
  Una sonrisa y buenas palabras no son suficientes. 
  Con este escrito no quiero que crean que necesito que alguien me ayude con esto, no. Estoy cómoda con lo que soy, porque he aprendido a aceptar que no hay marcha atrás a lo ya construido. Y ya tengo demasiadas cicatrices para empezar desde cero. Por eso también me molesta cuando alguien engreído se planta en frente mío y empieza a tomar su papel de psicólogo. Ya no hay dolor que desaparecer, y las heridas ya no existen. Estoy siguiendo adelante con estas marcas en mi vida que no se pueden borrar pero de las que puedo guardar para seguir aprendiendo. 
    Pueden agradecerle a esa persona que me sacó de quicio hoy, porque por ella estoy escribiendo este pequeño fragmento de mí. Algo que no podría decir frente a frente sin reírme primero o ingeniármelas para cambiar de tema. 




  Si tú estas en la misma fase que yo, que estas en proceso de asimilarlo, sólo te puedo decir que no te conviertas en alguien como yo. Porque es un camino solitario y egoísta, a pesar de hacer todas esas acciones altruistas. No se lo deseo a nadie, ni a mis enemigos. Estar solo y no ser comprendido porque no das la oportunidad que lo hagan es enfermo. No te lastimes a ti mismo, porque con eso sólo estas alimentando el odio que muchas personas no controlan y terminan convirtiéndose en alguien peor. 
   Es fácil decir que olvides las cosas, de hecho nadie puede ayudarte si tú no quieres que lo hagan. 
   Mi consejo es el siguiente: "Piensa en cosas peores". 

  ¿Confundido? Yo también lo estuve la primera vez. Pero entendí que hay personas peores que yo, que ni siquiera están ahora vivos porque no aguantaron el dolor. Es muy cruel y crudo de mi parte pensar así, y lo sé pero alivia un poco saber que sigues aquí. Y si llegaste hasta esta parte quiere decir que te interesa una solución, y la encontrarás a su debido tiempo, sólo da una oportunidad. 
    En cuanto a las personas que sólo leyeron esto porque leen lo que escribo quiero decirles que lo siento. Lamento mucho que se enteren de esto por este medio. Háganme un favor, no me miren con lástima, porque otra de las razones por las que no cuento esto es porque también aprendí a odiar sentirme débil. Estoy bien, a mi manera. 

Se despide por ahora: J.Luna. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Amor a distancia (Obra de teatro)

La chica de la ventana

El calendario (Poema)