Sucedió

De gris y blanco se vestían los días
Alegando a la monotonía
Ocultando todo aquello que sentía. 

Las risas entre los amigos eran rutina
Y los ojos seductores un fastidio.
Recuerdo aún esos sábado y domingos,
rechazando salidas y encuentros.

Recuerdo tener el corazón roto 
y la mente sin expectativas
del futuro que veía acabar pronto
por simples tragedias subjetivas. 

Había perdido esperanza de seguir,
de acabar una historia feliz
y de encontrar razones para sonreír,
aún con mil heridas y una cicatriz.

La noche era mi consuelo, 
el frío un simple anhelo
en los momentos de tormento. 

Me gustaba pensar para herir, 
para hacer sangrar mi sentir,
y aunque adore tanto mi sufrir
estaba consiente de que el tiempo
ya no lo iba a permitir. 

Me enojaba tanto estar rodeada de extraños,
de personas con ojos vendados,
de risas vacías y tatuadas
por historias de los olvidados. 

Me enojaba llorar tanto en las noches.
Mis lágrimas ardían de coraje
porque no había nadie que supiera su razón,
nadie entendía por qué era triste mi corazón.

Pero entonces sucedió...

Llegó como una estela oscura
que cambió la atmósfera.
Sólo tuvo que aparecer una vez
para que yo deseara estar junto a él. 

Junto aquella luz tiritante 
que no le costó nada salvarme
de esta película en grises
que estaba  a punto de sofocarme. 

Tomó la forma de un hombre,
cuya sonrisa la recuerdo constante. 

Yo tomé una decisión precipitada
Al pensar que por él, yo estaría enamorada. 

Todavía tengo miedo de su luz
porque lo increíble a cegado hasta mi sur. 
Manteniendo la esperanza de sonreír.
Sin fingir. 

Tal vez fueron sus ojos 
los que me hicieron débil.
O quizá fueron sus manos
las que me hicieron olvidar
que sin importar las heridas del pasado,
uno siempre puede volver a empezar. 


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