La carta de tu "amigo".

Como una sombra que se humilla sin cesar, arrastrándose entre las paredes y besando el suelo sin pudor, me encuentro bajo la condena de tu amor. Aquel que no mira al moribundo agonizante que suplica por un beso y una caricia de esos gestos que derrochas con cualquier idiota que halaga las perlas de tu boca y el río nocturno que cubre tu espalda.
  Soy el imbécil que se enamoró del ego de tus ojos y de los hoyuelos en tu rostro. Pero, oh querida amiga, ¿Cuándo vas a mirar a tus pies? Porque ahí es en donde me dejaste cuando juraste haberme soñado en tu futuro, en donde de tus pasiones no existían ayunos para este enamorado, perdido entre nuestros labios y acariciando el viento con el gemido de nuestros deseos. 
   Me dejaste sosteniendo estas promesas casi huecas que están llorando conmigo en el agujero de tu olvido. No te importa si desaparezco con ellas viviendo sólo en tu abismo, callando en la censura de tus sonrisas y las lágrimas tatuadas en tus mejillas. 
  Eres la máscara del engaño que prefiere estar sobre un altar cuando le han quitado las perlas de jade que yo te pedí halagar. Mientras otros ven la cara de la Mona Lisa, yo siempre pude ver la cara occisa de las mentiras de tu vida. Y yo te admiré, como el fan de la batalla de tus agonías y tus fuerzas, por ser alguien que no baja la cabeza a pesar de sangrar aún con las piedras que abren las heridas del pasado que te asfixia. 
  Pero... ¿Dónde quedo yo?

  "Soy el hombre hipócrita con el que compartiste tus miedos, aquel que sólo ve la fachada de plástico que repugnas y también te empeñas en pulir a pesar de tu sufrir."
   Mentiras...
   ¡Mírame! ¡MALDICIÓN!
   Entiende que esa máscara te está cegando, entiende que siendo tu amigo, antes yo también era tu enemigo. Repugnando cada palabra de tu boca y cada sonrisa burlona engreída de tu persona. Pero mírame ahora, te estoy amando sin condición y estoy abandonando mi armadura ante la mujer que sigue luchando por ser algo más que un simple recuadro. 
    Pero me he lastimado, y he llorado por tu daño. No consigo ningún alivio a tu juicio que me ha puesto en el grupo de personas que no te comprenden. Aquellas ignorantes que sólo ven el cuerpo y no el alma. Y quizá tengas razón, yo no podría llegar a entender a alguien que escupe a sus males pero que sigue sin moverse para no dejar de quererlos. Porque eso es lo que haces al momento de encerrarte en la cárcel que tu misma pintaste.  
    Andas por el mundo pregonando que nadie podría llegar a sostener tus miedos, que nadie más  puede entender el porqué te ahogas en las noches con tus llantos. Pero ¿Cómo carajos quieres que alguien lo haga? Cuando tú apuñalas al pobre misionero que toca  tu puerta para poder intentarlo.No eres más que una temerosa al alivio. Como la gente que siempre dice querer una solución y cuando ya la tienen en frente forman mil y un excusas para posponer lo que podría suceder. 
   

    Es divertido pensar que te estoy amando y que te importa un carajo, porque piensas que soy alguien más del montón. Para poder obtener tu amor uno necesita poder ser como el héroe de tus fantasías, el estúpido niño bonito que sonríe para poder aliviar y apartarte de tus problemas. Pero déjame decirte que eso no va contigo, siendo una mujer independiente nunca permites a alguien abrirte la puerta o pagar la cuenta de una cena. Es algo irónico también. 
     ¿Y te digo algo? No me arrepiento de tener estos sentimientos conmigo, porque sé que TÚ no eres cualquier mujer. Muy lejos de tus defectos, también admiro mucho lo que eres, y si no lo habías notado, ya lo he mencionado. 
     La fuerza con la que te empeñas a terminar lo que empiezas, tu altruismo que sorprende al egoísta, la sonrisa que maquillas para no darle el placer de verte llorar a las sabandijas, tu maldita costumbre de mirar siempre a los ojos a pesar de engañar con los tuyos... Eres como la flor de loto que crece entre su adversidad, la que sin importar qué tantos problemas llega a tener no se derrumba frente a los hipócritas que sólo buscan a quien desvanecer. 
     Amiga mía, musa de mis fuerzas, mujer de máscara impía y sonrisas engañosas... No tienes idea de cuán hipnotizado me tienes gracias a tus besos y tus promesas, las que me han hecho un hombre sin oídos para la razón, sólo para el corazón; tienes a mis brazos suplicando por tenerte a mi lado, y a mis ojos que mueren por verte nuevamente. Paso mis noches pensando en tu nombre, y repitiéndolo como una plegaria sin respuesta... Y es entonces cuando recuerdo tu rechazo y la culpa que me pusiste en la espalda por no haber dicho antes lo que ahora pongo entre líneas. 
    No te pido una oportunidad, porque sé que nunca la tendré, y tampoco te pido perdón porque sé que nunca te lo vas a merecer. Los errores los cometimos ambos al creer que íbamos a mantener un relación más allá de la amistad, pero ahora sabemos que eso nunca fue verdad. 
    Sin embargo quiero que te enteres de aquello que he callado, y que ahora puedo probarlo.
    Amiga mía, si no es ya muy obvio, quiero que sepas que aún te amo



Se despide por siempre, tu "amigo".

Comentarios

Entradas populares de este blog

Amor a distancia (Obra de teatro)

La chica de la ventana

El calendario (Poema)