Un nuevo celular

  Tristeza me da ahora que veo mi celular, no porque tenga rayones o golpes sino porque ahora lo tengo arrumbado en la mesa de mi dormitorio. Recuerdo todavía aquellos días en el pasado, en donde lo llevaba a todos lados, en donde cada mañana al despertar era lo primero que buscaba. No había hora en el día en el que no lo tuviera en la mano o en mi bolsillo del pantalón. Pero este celular ya no tiene motivo o razón. 
   Porque sé que cuando lo vea ahora, ya no estará  un mensaje de su parte. Ya no estará el nombre de mi amado esperando a que conteste. 
 Nuestro silencio también se convirtió en el de mi celular. Y nuestros recuerdos ya sólo quedaron guardados en carpetas que nunca más volveré a mirar.  Porque ahora no tengo ninguna razón para volver a enfrentar de nuevo a la pantalla, cuando sé que en su reflejo estará mi rostro con una sonrisa mal colocada. No le encuentro el chiste a tener bandeja de entrada, si sé que su mensaje no estará.
  Ya ni las conversaciones con mis amigos logran subir mi ánimo, porque ellos no eran los que me mantenían al pendiente de cada llamada o de cada notificación en mi entrada. Con ellos no me desvelaba hasta las mañanas, ni tampoco les contesto al instante que me hablan.
    Porque ellos no me logran sentir completa con esas palabras tan comunes y simples que ante mi no tienen el mismo significado sentimental que tenían con él.
    No sé si mi celular capturaba mis expresiones de alegría cuando lo escuchaba, avisándome que él me extrañaba y que tenía un nuevo mensaje el cual me esperaba. Salía de mi cama o me levantaba de mi silla de trabajo para poder contestar de inmediato a ese hombre que sabía que yacía aguardando mis palabras.
     Sé que es enfermo estar siempre pegada a un aparato como ese, pero espero que se entienda el hecho de que era el único modo de poder saber del hombre a quien yo amaba. Sin importar mis actividades o sin importar las circunstancias, yo siempre me daba el tiempo de responder.y así calmar un poco la necesidad de estar cerca de él.
   


    Ahora no sé que hacer con ese aparato que se ha vuelto mudo. Ahora rara vez me llama para saber si tengo algún mensaje, pero no tiene ningún caso que lo revise porque sé que no será de parte de quien yo espero.
    Intenté perderme en su música, pero lamentablemente también tenía canciones que mi amado me había mandado. Canciones que ahora puedo decir que me sé de memoria ya que las he estado repitiendo una y otra vez cada vez que quiero perderme nuevamente en nuestros recuerdos. Sin embargo sé que debo dejar ese hábito, eso significa extrañarlo más cuando posiblemente ahora esté compartiendo esas mismas sensaciones con otra persona y su celular.
     Es triste.
     Pero lo es más si sigo mirando a ese aparato que ya no puede mantenerme a su lado...así como mi amado.
     Necesito un nuevo celular porque ya no puedo mirarlo más. No quiero borrar canciones, ni tampoco cambiar su memoria, no quiero borrar nuestras imágenes ni tampoco las grabaciones que hacía con ese hombre que ahora seguro ya borró mi nombre de sus contactos más frecuentes.
    Estúpidamente eso significa gastar de más,y estoy consiente de eso; pero preferiría mirar a otra pantalla que volver a llorar de nuevo frente a ese amigo que muerto ya está.


 

    Estoy pensando en él otra vez, y me duele imaginar que su celular no está igual, que seguramente él no ha perdido el tiempo y ha podido remplazar mi nombre con el de alguien más. Seguramente se ha de desvelar ahora con las palabras dulces de esa mujer que sin duda está embelesada con las suyas. Me apena también el admitir que son las armas de ese hombre, y que  lamentablemente las acciones son de las cual carecen en su nombre. Uno no puede vivir siempre de las palabras, porque no siempre son las que están a tu lado cuando te estés desangrando o cuando se necesite el calor de un beso y un abrazo. A veces las palabras no son las que siempre sustentan a una pareja que a todo lo juega.
    Pero eso no quiere decir que quiera que mi silencio sea igual que el de él. Porque, para ser muy honesta, me duele más este vacío que siento por no tener a alguien a quien entregarle todo este amor que aún siento. Me quedé con las ganas de poder abrazar a alguien, con las ganas de poder decir "Nos vemos en el cine, si tu quieres".
   Ya los mensajes no importaban, yo sólo quería una muestra real de que era amada.
   Ojalá esta penumbra que ahora me agobia no se vuelva en contra de sus días. Porque, a pesar de todo, sé que ni él ni yo volveremos a hablar como en aquellos ayeres que hoy no son más que viejos placeres.
    Si, necesito un nuevo celular para así poder olvidar...


   
   
   

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