Locura

Estos días ya no tienen sentido cuando lo único que hago es respirar para comer y comer para seguir respirando. No tiene sentido, y eso es estúpido. 
Todas las mañanas despertando siendo la misma persona aburrida y sonriente de cada día. Fingiendo una alegría de la cual carezco. Demostrando una vez a la gente que una buena máscara los puede hacer sonreír también, que unas buenas palabras de aliento de mi parte es suficiente para hacernos sentir bien. Pero la verdad es mucho más oscura que eso ¿No es así?
  Saben de qué hablo, todo el mundo lo sabe pero lo ignora porque sigue hipnotizada ante la fachada de una niña dulce, risueña y altruista. Sé también que la has visto, ella se la pasa carcajeando sin pudor en lugares abiertos, si necesitas dinero ella está dispuesta a dártelo (hasta ella puede acceder a pagarte un nuevo celular si así se lo pides), es también aquella que te ayuda cuando tienes problemas en la escuela, aquella que renuncia a su desayuno para dárselo a otros... ¿Ya te acuerdas de ella? 
  ¿Te has preguntado si ella alguna vez necesitará ayuda? Y si así fuera ¿Estarías dispuesto a estar igual de entregado que ella? 
   Hoy la vi, y yo no hice nada para ayudarla. 
   Pobre de ella, es una niña enamorada e ingenua. Se dejó pisotear tantas veces que ya no supo distinguir entre el amor y el abuso. Yo no podía hacer más que observarla llorar en las noches, ahogándose en su almohada y escribiendo en su diario algunos versos a ese muchacho que nunca la quiso. Sabía que jugaba con ella, pero no me hizo caso cuando se lo dije. A mi también me dolía porque su dolor era el mío también. Podía sentir con claridad la falta de aire, el pecho ardiendo de angustias y el corazón latiendo en nombre de aquel imbécil. 
  Tantas noches en la misma posición. Ella abrazando su oso de peluche aún teniendo ya su mayoría de edad, seguía con el corazón de una pequeña de cinco años. Se veía tan tierna que nunca me atreví a quitarle ese hábito de hablarle a su oso cuando no tenía a nadie más con quien hacer lo mismo. Ya se había cansado de mí también.
  Pero era su locura en ascenso lo que me preocupaba. Y esta noche fui testigo de eso. Esta noche se cumplió lo que yo más temía...
  Ella estaba a punto de dormir, estuvo esperando todo el día un mensaje de aquel muchacho idiota pero no tuvo ninguna respuesta. Así que en vez de sentirse desanimada, me miró y dijo:

-Debió de estar muy ocupado... -Y volvió a usar su máscara sonriente. 

  Yo también tenía mis dudas de porque hoy ese imbécil no le había hablado. Ya que era una costumbre verlos hablar cada día sin ninguna falta. Algo no iba bien y ya me lo presentía. 
   Con la esperanza de encontrarlo conectado, ella se acostó en la cama y volvió a mirar su celular. Esta vez la sonrisa que se dibujó en su rostro era genuina, estaba feliz en verdad. Él estaba conectado. 

  -¿Será que le hable primero o él me hablará?- me preguntó.

   Yo sólo me encogí de hombros y me acerqué para ver mejor lo que ella hacía. No le escribió, simplemente se dedicó a ver el mensaje que le indicaba que estaba en línea. Seguidamente entró a ver su estado, pero lo que vio no le gustó mucho. 
   En ese pequeño recuadro de letras grises, estaba escrito algo sobre una buena noche. 
   Pero ella de inmediato pensó que se trataba de una salida con su familia. 

   -De seguro me habla dentro de poco.- volvió a hablar.

    Pasaron los minutos y el muchacho seguía conectado, pero no decía ni una sola palabra. Ella se desesperó, y mejor dejó el celular. 

   -Si le hablo quizá me diga que se irá a dormir ¿No? Ha de estar cansado. Me imagino que apenas acaba de llegar a casa. -se quedó pensando un momento- ¡Ah! Ya sé. Veré si subió una foto a Instagram, él siempre sube fotos después de un buen suceso. 

   Más animada, volvió a tomar su celular y abrió la aplicación. 
   Esta vez ya no quise estar cerca, ya me sabía la rutina. Ella sonreiría, le daría un "me gusta" y se iría a dormir. Pero algo me sorprendió, cuando llegué a la esquina de la habitación y volví mi mirada hacia ella... La sangre se me congeló y mis lágrimas se empezaron a escapar de mis ojos al mismo tiempo que a ella. 
   Una sonrisa se desvaneció rápidamente, y sus manos estaban temblando, sus labios se empezaron a retorcer y sus ojos se llenaron de tristeza al instante. 
   El muchacho si había tenido una buena noche... Junto a alguien más, y no había sido alguien de su familia. 

De poco en poco vi cómo sus ilusiones volvían a chocar contra el suelo, siendo sus sonrisas genuinas parte de esas esperanzas vanas que siempre le dedicaba ese muchacho. Él había salido con otra chica, y no había sido ella. 
   El celular cayó de las manos de la niña gracias a sus temblores. Pude sentir como si apretaran nuestra garganta con ambas manos, y en nuestro pecho empezaban a clavarse dagas oxidadas. 
   Ella no hizo ningún grito, simplemente empezó a hacer lo de siempre: Ahogar sus llantos con la almohada. 
   Algo era diferente. 
   Me preocupaba el hecho de la constante falta de aliento y el sonido de sus llantos. Sólo escuchaba pequeños golpes de aire que ella misma hacía. Su pecho subía y bajaba violentamente mientras empezaba a gritar sobre la almohada. 
   Yo estaba llena de ira, la única diferencia entre ella y yo es que yo sólo sentia, no me causaba ninguna satisfacción o alivio el gritarle a la almohada. Mi trabajo ahí era consolarla, y de esa forma yo también me sentiría mejor. 
  Las palabras eran mis herramientas. 
   Y es ahí en donde todo se complicó.
   Antes de que yo volviera a acercarme a ella, un nuevo sonido se escuchó en la habitación. 
   Risa.
    Pero esta no era su típica risa maquillada o la risa genuina que a mi me gustaba escuchar. Esta me estaba dando más escalofríos, aún podía sentir el dolor y tristeza de ella, pero escuchaba esa risa... 
    No, ahora eran carcajadas.
    Ella giró la cabeza violentamente hacia el techo y dejó escapar con más libertad aquel sonido espeluznante.


    Seguidamente, me miró sin dejar de carcajear. Sus lagrimas seguían fluyendo como cataratas, pero ella seguía con una sonrisa en su rostro. 
     Me preocupé.
    Juro que intenté evitar que siguiera lastimándose la garganta, porque sabía que ella se estaba forzando demasiado para hacer eso, también lo que hacía era quedarse sin aire por largos periodos de tiempo.       Nos estaba lastimando a ambas. 
    La agarré rápidamente del hombro, pero al momento de tocarla cometí el peor error de la noche. Se supone que tanto la razón como el sentir no deben de tocarse, porque si no uno desaparece. Y en esos momentos, ella más fuerte que yo. No fue sorpresa que cuando ella sintiera mi tacto se detuviera y me mirara de nuevo ahora con ojos rojos y maniáticos.

-¿Por qué estamos tan solas? ¿Por qué estás tan sola? ¿Por qué tu dolor no lo puede sentir nadie más que tú? ¿Por qué no aparece nadie para detenerte? ¿Por qué...?

   En ese momento su vista se perdió en algo que estaba más allá de donde estaba yo. Su sonrisa se volvió aún más grande, y sus ojos comenzaron a parar de llorar. 
    Ella se liberó de mí con un manotazo, y se levantó de la cama como si volviera a tener energías como para volver a hacer una locura un poco más atrevida. 
   Siempre guardábamos en una caja las cosas que usábamos para el trabajo de maquetas, como pegamento, tijeras, virutas de cartón y... repuestos para la navaja de trabajo.
     
    Ella agarró una navaja y empezó a jugar con ella mientras seguía con su rutina de reírse de manera enferma. 
    No estaba en mi poder detener lo que estuviera pensando en hacer, no podía tocarla porque yo misma perdía fuerzas para seguir viviendo. Tenía que usar las palabras para hacerla razonar de nuevo, pero no se me ocurrían algunas que ya no se las había dicho en un pasado. Como el hecho de que ese muchacho no la merecía, que sólo era un juego para ella, que no se puede querer a alguien a quien sólo te ve como un chiste, que los muchachos como él terminan lastimando hasta las más ingenuas y que ella era muy inteligente como para caer en esas tonterías... Pero ninguna de esas cosas han funcionando en el pasado, y no creo que lo hagan ahora. 
    
     -¿Si me llego a lastimar lo suficiente será que alguien atraviese la puerta y me detenga?-me miró nuevamente- No ¿Verdad? Es más, si decidiera quitarme la vida ahora mismo mi familia no se enteraría hasta las horas de la tarde del día de mañana o sino hasta la noche. Pero no ahora. Yo estoy sola, tú estas sola... Estamos solas...-se acercó la navaja al brazo- ¿Y si decidiera...?

    -¡Detente! ¡Por favor! ¡Detente!- grité desde mi lugar. Ella dejó la navaja flotando muy cerca de su piel.- El muchacho por el que estás así no vale una cortada. 
   
   -Pero es que no hago esto sólo por él.- sonrió dejando escapar otras carcajadas.- No, no... Esto lo haré porque ya estoy harta de no recibir nada a cambio de todo lo que hago por los demás. Dicen que al cortarte liberas cierta tensión. Yo quiero sentir más dolor, porque es a lo que me he dedicado a acoger durante todos estos años sin que la gente lo sepa. Nunca obtengo ayuda de nadie, pero yo tengo que ayudar a otros porque así me nace... ¡Pero nadie puede ayudarme! 
  
   Sin perder un segundo en otra palabra, se hizo la primera cortada. No fue tan profundo, ella le tiene miedo a la navaja, y lo sabía por la forma en la que le temblaba la mano. Y aunque sus risas no paraban, ella tenía miedo. 
   -¿No estás cansada? ¿Ah? ¿No lo estás? Todos pueden sonreír de manera genuina menos tú. No, tú tienes que sonreír pero sabes que no estás de humor para hacerla real. No es real. Tú no eres real. Finges a cada momento del día tu estado de ánimo, así que prácticamente tú no existes. No eres real. 

   Otras dos cortadas se sumaron, pero esta vez pude ver el paso de la navaja con unas delgadas líneas carmín. Esta vez ella si la había hundido un poco más. 
    -Pero cortarte no es la solución.Tienes amigos, habla con ellos y...
   
   Volvió a reírse de manera exagerada. 
   
    -No me vengas con frases de lugares de rehabilitación. Sé más original... -volvió a acercarse la navaja.- Además, él era nuestro amigo. Pero al final él nos dijo que nosotras eramos sólo parte de circulo de hipócritas que nunca lo iban a comprender. No somos su amiga para él, no somos nada más que su chiste. Si, ese era nuestro amigo...


    
 Querido diario, hoy, por primera vez ya no pude controlarme. Creo que ya es tiempo de que le diga a mi padre de mi problema, depresión psicótica fase inicial. Tuve miedo, porque en alguna parte de mi seguia  consiente de lo que estaba haciendo. Pero no me importó en lo absoluto, yo sólo continué riendo y cortando, riendo y cortando...
   Descuida, en la foto sólo se muestran las cortadas de la primera hora. La pierna quedó peor...


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