No creo que lo entiendas...

Nota: Lamentablemente esto lo escribí gracias un día lleno de pensamientos enmarcados en un sólo tema. Y era "él" aquel quien me tenía con la mirada hacia el cielo y el corazón suspirando en sosiego. Es ficticio, así que no todo lo que escriba aquí quiere decir que se refiere a mí.
 
    No te importa. Eso es, no te importa ni a mí, aquello en lo que siento gracias a ti. 
   Golpeo mi frente contra el frío concreto de esta mesa. Las lágrimas ya están al borde, pero sigo aquí insistiendo que ellas no existen, sigo aquí negando una realidad que, para mí, es sólo una fantasía más de una niña inocente.
    Maldición.
    La brisa va riendo al pasar, después de acariciar mis brazos desnudos, llenos de marcas de uñas enterradas, mientras sigue su curso para burlarse de otra persona a su andar. Yo sé que el viento se ha puesto de acuerdo con las nubes para plasmar mi tristeza de color gris e impregnar su aroma con la humedad de un mooson que ya está presente en mi corazón. No puedo más con esta confusión que yace dentro de mi pecho y que me acorrala a cada momento de silencio.
    Oigo risas muy lejanas a mí, y esta vez suenan más reales que las de mi fantasioso amigo. Hecho a andar una mirada de soslayo a lo que se encuentra a mi alrededor. Sé que estoy fuera de mi salón de clases, porque le dije a mis pies que quería estar alejada de los susurros venenosos que se daban a notar cuando pronunciaban las palabras: ¿Qué le pasa?
    Tarde o temprano alguien se iba a atrever a preguntar directamente y yo no iba a saber cómo contestar.
    Hay un grupo de estudiantes que se encuentran sentados a unas mesas más adelante de mí. No disimulan sus miradas curiosas. ¿Acaso es la tristeza en soledad lo que les da risa? Por eso estoy aquí, si yo fuera exhibicionista me hubiera puesto a llorar en medio de una cancha, pero no. Escogí este lugar porque a esta hora no hay mucha gente fisgona. O eso era lo que creía...
   Quiero sufrir en silencio.
    ¿Por qué sufro? ¿Tengo la respuesta? No, todavía no. No puedo verla con claridad gracias a que mis ojos se encuentran empañados con mi tristeza e ira.
    Dime, oh cruel destino de vida a miserables, ¿por qué no puedo controlar mis sentimientos? ¿Por qué no puedo decidir de una vez si es bueno dejar que ellos fluyan mientras yo me veo encerrada en una burbuja de anhelo?  Se siente tan bien cuando estoy pensando en él, pero soy demasiado orgullosa para permitirme caer ante un hombre tan engreído. Sé a dónde voy a parar si dejo que todo siga su curso...Lo sé.
   Levanto un poco la mirada, ahora sin una pizca de vergüenza de mi apariencia. El estanque que está a sólo unos dos metros de mí parece estar temblando conmigo, y aunque el agua que está en él no sea tan clara como las lágrimas, aún puedo ver un poco de la tristeza que acompaña este día de amargo sabor. Mi cabello... Oh, mi desastroso cabello se encuentra pegado a mis mejillas, empapado de mocos y saliva, así como mis pestañas (de las pocas que tengo) 
   ¡Que alguien me mate de una vez!
   Otro nudo en la garganta me hizo sollozar de nuevo, esta vez más fuerte, mis gemidos podían notarse aún más...
-Soy una tonta...-susurré.- ¿Qué demonios se puede esperar... del amor, si yo siempre le he escupido en la cara?
     Quisiera poder gritar fuerte hasta desgarrarme la garganta para expulsar aquella piedra que me impide respirar bien, quiero limpiarme el rostro y sonreír para decirles a esos estudiantes que me están observan: ¡Eh! ¡Se la creyeron, malditos ingenuos! Yo estoy bien... Estás lágrimas que ven son de felicidad. ¡Por su puesto que estoy feliz!
   Oh, vil mentira que inunda esta lengua maldita y podrida.


    En vez de hacer lo que mi imaginación me dice que haga, retuerzo mis labios. No se cuánto tiempo fue exactamente cundo empecé a tener la sangre en ellos, ya tenía demasiadas horas mordiéndolos.
   Soy tan patética, ya lo he dicho varias veces, quizá lo diga otra vez porque es cierto o porque todavía no puedo digerirlo. 
   Lo quiero tanto a él, pero de su parte sólo encuentro una bonita sonrisa que me dice con amabilidad "amiga". ¿Es acaso la razón suficiente para estar en este estado? No, no lo es. 
   Restriego mis manos sobre mi cabello y dejo escapar un suspiro largo para quitar la tensión que yacía sobre mis hombros. Ya no quería estar aquí, necesito volver a comportarme como la alumna extraordinaria que siempre sonríe en clases, que siempre le da los buenos días, que siempre obedece a este inmundo sistema de ratones obreros...  
   -Si...Vamos, Jessica. Sé una más del montón como siempre lo has sido. -me hablé en voz tenue.-Levántate de esta estúpida silla de piedra y demuéstrale a los demás que no puedes arrodillarte ante personas que no te dan un salario. Demuestra ser la fría calculadora que satisface las necesidades académicas...
   Ignorando las voces a mi alrededor, decidí mirar de nuevo hacia la vista que se encontraba ante mí. Esas rejas de la preparatoria que siempre me recordaban al hecho de estar atrapada en una institución de obreros, en donde más allá sólo se encuentra la selva de asfalto a la que me veré obligada a satisfacer; mientras que el panorama de aquí adentro es totalmente diferente, los árboles y las flores, el agua y las piedras decorativas que dan un toque campestre a esta cárcel de creatividad.
   Vaya motivación.
   Esto es ridículo.
   Me levanté al fin de mi lugar y me propuse a mantener erguida la mirada, no sin antes limpiarme con las mangas aquellas lágrimas que aún resbalaban de mis mejillas. Esto no quita nada el hecho de que mi corazón se encuentra totalmente destrozado pero no puedo dejar caerme de nuevo por amor.
  - A todo esto ¿Por qué estoy así? ¿En realidad es por esta tontería? Ja... Esto es... es...
 
      Ahí estaba él.
      Bastó con que empezara a maquillar de colores mi dolor para que me embarraran en la cara la realidad de las cosas. Su sonrisa pulcra que deslumbraba a todo aquel que estaba a su alrededor, esos ojos castaños que brillan como una luz de esperanza al mundo de hombres que nunca me llegaron a entender, esa voz tan seductora que cautiva a cualquiera... Todos esos detalles que lo adornan ahora ya no son libres, ahora le pertenecen a una sola persona, y esa persona es aquella que va con él a su lado en este momento. Sosteniéndose de su brazo como si alguien pensara arrebatárselo, puede que tenga razón (después de todo quién no querría un hombre como ese).
   Ella es tan hermosa, yo no soy nada comparada con la hermosa figura de su cuerpo, el cabello largo y su perfecto cutis que enamora a todo aquel que la mirara. Yo no soy nada de eso, con trabajo y me peino en las mañanas, soy alérgica al maquillaje en exceso, nunca he logrado obtener el cuerpo de modelo, ni mucho menos tengo un rostro de artista.
   Ella es hermosa...
  Pasaron a sólo unos cuantos pasos de donde estaba yo, mi presencia sin importancia pasó desapercibida frente a los ojos de mi "amigo".
-Sonríe, Jessica...
    Hice puño mis manos, encogí mi corazón lo más que pude y ahogue el nudo en mi garganta con una pequeña carcajada que sólo escucharon unos cuantos estudiantes. Él y ella se estaban alejando de mí, mientras me lamía las heridas como cualquier otro animal sin importancia. Claro ¿Quién voltearía ver al perro de la calle?
   Nuevas lágrimas salieron a pintar en mi rostro la palabra "amargura" con un nuevo tono cómico, casi de telenovela, que hasta hicieron que de poco en poco esa sonrisa se volviera genuinamente patética.
   Ahora me acuerdo porqué estaba llorando. No era por él, no era por la afortunada que ahora estaba besando sus labios, sino era por mí...
   ¿Quién podría ser más estúpida para no decir lo que en verdad sentía cuando podía? Y aunque ese no fuera el caso ¿Quién más sería tan fea y poco suficiente para la sociedad de ahora para no tener la oportunidad de amar y ser amada?
   Pobre Jessica...
 

   

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