Andrew Tyren (T.M.A)
En una
historia siempre deben de haber aquellas personas que ayudan a aquel o aquella
que salvara el día, así como han de haber personas que pongan miles de
obstáculos y contradicciones entre ellos. Yo, por ejemplo, no pertenezco a ese
bando ni al otro, para mí el solo hecho de querer apoyar a las personas sin
importar sus fines es algo que no se me es permitido. Ni mucho menos si uno se
encuentra encerrado en un lugar en donde lo único que puedes hacer es oler el
roció de las mañanas y sonreír por un rayo de sol que llegue a entrar en una
celda. La oscuridad es mi única compañera “amistosa”, ya que aquellos que
rondan estos alrededores son nada más ni nada menos que unas personas llenas de
rencor por lo que me condenan. Soy el único preso que se encuentra encerrado en
la única cárcel del país…
Me niego a recordar aquellos momentos del
pasado que me llevaron aquí, porque cada vez que mi insuficiente y condenado
ser se pregunta sobre lo que logró ver antes de estas cadenas y la negrura de
la oscuridad siempre aparece una voz egocéntrica y altanera que repite en mi
conciencia: Fue tu culpa.
Así es, fue mi culpa y desgraciadamente no era la
primera vez que actuaba de esa manera, por lo tanto puedo decir que no había
aprendido nada de mis errores.
La vida tiene sus momentos de hipocresía, y
eso es lo que más detesto de ella, porque no puedo anticipar esos momentos y
evitar que vuelvan a escupirme en la cara. Después de varios días encerrado en
este lugar he comprendido que aquí no existen los días ni las noches, me he
acostumbrado a las múltiples torturas que los guardias tienen como deber a cada hora del día.
Cadenas, son las que me sujetan desde la
parte más alta de una habitación húmeda y oscura, mis manos y mis pies están
conectadas con esas infernales amigas de pésimo tacto. Mis dedos tampoco son
libres, ya que ellos están sumergidos entre cilindros llenos de un líquido tan
frío que los adormece y los hace sentir tan frágiles que hasta a veces creo que
si un día llego a quitármelos, ellos se derrumbaran con un solo roce del gentil
viento. Las tinieblas de la habitación
no eran suficientes para aquellos que me condenaron a pasar el resto de mis
días en esta cárcel, no estaban satisfechos de que perdiera grandes cantidades
de sangre y de sudor en aquel repugnante lugar; cada mañana me cambian una
banda oscura que tengo en los ojos con un olor tan repulsivo que me ha hecho
perder mi sentido del olfato por completo. Eso era lo que ellos querían, que
perdiera cada uno de mis sentidos mientras era torturado, y un día llegué a
comprender eso, ya que lo que soy no se le puede llamar humano. Ni tampoco lo
que hice se le puede llamar un beneficio.
Mi rutina es simple.
Suelen trasladarme a
dos lugares diferentes, la primera es una habitación, en la que estoy en estos
momentos; es para que descanse un poco de mis represiones, en donde puedo
respirar un aire “limpio” y que me dejan en las noches y al medio
día por una hora aproximadamente, era como un cuarto pequeño con goteras, por
lo que podía observar en los momentos en que me quitaban la banda, no tenía
ninguna ventana y la puerta era de acero inoxidable. Algunas veces podía
escuchar los pasos de las ratas que venían a visitarme para robarme un
poco de la porquería de comida que me servían. Y el otro lugar es una gran estancia en donde empezaba el show de los
guardias, en donde sus risas y sus burlas no dejaban de resonar, en ese lugar
había una gran caldera casi del tamaño de una pared completa, las cadenas eran
mucho más gruesas por lo que sentía, ellos me colgaban con los brazos
extendidos y con las piernas separadas a solo unos centímetros de esa caldera
con la espalda descubierta, recibiendo todo el calor que emanaba y quedando con
quemaduras de alto grado en mi piel. Cada día son más creativos, ya que sus
torturas llegan a ser más elaboradas, pero he ahí el motivo secundario de mi
condena, sin importar cuanta carne lleguen a desgarrar de mi o cuantas heridas
lleguen a hacerme, yo siempre quedare intacto, sin cicatrices… la única prueba
de sus fechorías son las marcas de mi sangre en el piso, las paredes y, en
muchas ocasiones, en sus armaduras.
En estos instantes solo estoy esperando a
que llegue el momento en el que me vuelvan a llevar junto a la caldera, ya que, por
lo que pude escuchar de los guardias que estaban afuera de esta habitación, ya
estaba a punto de amanecer. Y para mí eso quiere decir que era solo cuestión de
minutos para que comience todo de nuevo.
Me siento muy nostálgico, llevo días o
quizá meses, no estoy muy seguro, en el que estoy resistiendo el deseo de
recordar todo. Sé que en algún momento ya no podré soportar esto y moriré en
cualquier hora de un día cercano, a pesar de que no tenga marcas y daños
en mí, siento todo lo que me hacen, tal y como lo sentiría un hombre normal.
Pero… ¿Qué es lo que puedo recordar? ¿En dónde inicio todo? ¿Por qué estoy
aquí?
<<Que idiota soy… Sé muy bien porqué estoy aquí…>>
De repente empecé a sentir el crujir de
mis dedos al querer moverse entre ese líquido quebradizo, así como el ardor en
mis muñecas con el roce de las cadenas y la sensación de mis labios
agrietados por la resequedad (no había tomado agua durante un largo tiempo),
quería moverme, ya mis brazos se estaban entumiendo demasiado, aun no se
acostumbraban a este cambio. La única buena noticia que tenía era que la
pestilencia de la banda ya estaba empezando a desvanecerse.
<< ¿Acaso tomas eso como buena
noticia? Eres el miserable en esta sociedad. Una vil peste en la tierra que no
debería de estar aquí…>>
Sin tener a alguien con quién compartir lo
que pienso, comencé a hablar conmigo mismo desde mis adentros, revelando la
verdad que siempre estaba tan clara para los demás. No es que no me importe lo
que pienso, lo cual me suena tan paradójico: “Ignorar mis pensamientos y
sentimientos y tomar como ejemplo los de aquellos que me quieren muerto”.
<< ¿Qué recuerdas…Andrew, que es lo
que viene a tu mente? Ya no te resistas más, sabes que quieres recordar, no
quieres olvidar el motivo por el cual quieres seguir viviendo a pesar de saber
que tu vida solo se limita a las cuatro paredes de este lugar…
recuerda.>>
Andrew… ese es mi nombre. Tyren, mi
apellido, lo único que me dejó mi padre…
<< ¿Padre? Aquel que se quitó la vida cometiendo una estupidez, aquel que te olvidó en este camino sin sentido… ¿Ese padre? >>
Recuerdos, ahora estaban empezando a venir a
mi como un millar de agujas al corazón. Mi padre…
¿Qué es lo que recordaba?
Pasto…Si, pasto…primavera…
¡Claro! Era primavera cuando todo esto
comenzó, cuando yo ni siquiera sabía de la existencia de estas personas y de
este lugar. Y ese mismo momento cuando conocí a
alguien que se convirtió en la persona más importante en mi corazón,
aquella que sin importar cuantos días pasaran, siempre estaba ahí presente para
esperar el momento el cual encontrarnos…
Si… El viento era el compositor de aquellas
notas de la madrugada, aquel que movía a los árboles a los compases de sus
suspiros, los cánticos de las aves en las ramas de sus hogares y aquellas
flores que desprendían cada uno de sus aromas en cada caricia de tan descarado
y amigable clima. La madrugada era mi parte favorita del día, ya que los aromas
eran tan frescos como las sensaciones que recorrían por todo mí ser. También
logro recordar la villa en donde yo nací y crecí, el nombre de aquel lugar era
“Esmeralda”, en honor a la hija de la primera reina que no nos gobernó.
Francamente me gustaba mucho la historia de mi villa. Era mi favorita porque, para mí, ha sido un claro ejemplo del valor que se
puede llegar a tener en los momentos más difíciles, e, irónicamente, en los que
más se necesita.
Aquella historia de la niña de ojos de sol,
era la que casi siempre nos contaban antes de dormir a todos los niños de la
villa:
Se
dice que hace mucho tiempo, cuando la primera reina del país iba a dar a luz al
primer heredero de sus tierras, ocurrió algo que cambió todo lo previsto en los
integrantes de la familia Hatchkings. En el momento en el que ya empezaban a ver
la primera señal del bebé saliendo a un nuevo mundo, un gran resplandor
interrumpió en la habitación trayendo consigo un pequeño temblor que asustó a
todos aquellos que estaban presentes en la habitación, perdiendo de vista lo
que estaban haciendo.
Cuando ese breve evento de procedencia misteriosa había
terminado, escucharon los llantos del recién nacido, ya estaba ahí el nuevo integrante
de la familia más poderosa del país. Pero algo hizo que el viento lograra robar sus expresiones de sorpresa. No era un niño, como ellos
esperaban, sino fue una hermosa niña quien apareció ante todos los presentes
con una anomalía en sus ojos. Por alguna razón el iris de la niña era de un
peculiar color, no es común ver a una persona que portara un amarillo
esmeralda en sus ojos, cuando ninguno de sus antecedentes los tuvo.
Aun así, la
pequeña niña logró encantar inmediatamente a sus padres dejando a un lado esa
diferencia, dándole por nombre Esmeralda Yamileth Hatchkings, la niña de los ojos
de sol.
Conforme los meses pasaban, la pequeña Esmeralda pudo conseguir todas las
sonrisas de los que habitaban en la villa, y en un año de todo el país. Cada
viajero que pasaba por la villa preguntaba por aquella niña de ojos de sol.
Pero fue el tiempo quien se dispuso a manchar ese título con la sangre de
inocentes.
Ella fue acumulando más y más responsabilidad conforme iba
creciendo, ya que sería la próxima en gobernar aquel país, por lo tanto el
día que cumpliría los dieciocho años de edad ya se iba a despedir de sus
muñecas de porcelana y sus lujos como lo hija consentida de los Hatchkings para remplazar todo eso con la felicidad del pueblo y su entorno. No era
arrogante, todo lo contrario, a pesar de recibir mucho, también devolvía lo
mismo pero con un valor más significativo.
Cuando llegó el día tan esperado las malas miradas ya estaban listas para ver lo que ocurriría después.
Días antes de
ese evento, la princesa le había comentado a sus padres de aquellas pesadillas
que la atormentaban en la noches, en donde se imaginaba en un gran
desierto de personas muertas a su alrededor y, en sus manos, la sangre de cada una de ellas. Y a un lado, estaba una figura delgada, alta y
oscura que parecía estar agradecido por todo lo que había hecho… por él. Esto
la tenía con varias noches en insomnio, pero sus padres tomaron eso como un
reflejo a la presión que ella pudo haber sentido al enterarse de que pronto
sería coronada. Ignoraron por completo
aquella señal…
Muy mala elección.
Al llegar el día de la coronación de la princesa sucedió algo que dejó
estupefactos a todos los invitados de la ceremonia. La mayoría de los invitados se habían reunido en el patio del palacio, conversando y degustando del banquete del evento. Todos parecían estar más que satisfechos con el progreso de su futura gobernante. Pero algo que todos estaban notando a medida del tiempo era la misma ausencia de Esmeralda. ¿Dónde está la princesa?
A los pocos momentos de desconcierto, se oyeron gritos incesantes que hicieron temblar hasta a la persona más distraída. No tardaron mucho en notar que provenían de la habitación de
la princesa, la gran mayoría de las personas presentes
corrieran a ver qué era lo que sucedía, pensando que pudo haberle pasado algo a
su futura reina, pero no fue así. Cuando llegaron a su encuentro, vieron que no
era ella quien estaba gritando sino su mucama, quien estaba en el suelo
retorciéndose de dolor, dejando en la madera marcas de su sangre que parecía
desprenderse fácilmente con solo un movimiento y su carne oscureciéndose por
unas grandes llamas de color amarillo esmeralda que la estaban envolviendo en
una interminable agonía.
¿Y de donde provenían esas llamas de color familiar?
Exactamente de la princesa, quien estaba parada en una esquina de la habitación
con una expresión de horror en su rostro, no por ver a su mucama agonizando por
su culpa en frente de ella, sino estaba mirando a sus manos las cuales también
estaban envueltas de esas llamas de dolor, pero no la estaban dañando, no, esas
llamas estaban emanando de ella.
Aún quedó en incógnita cómo fue que la mucama murió en manos de su princesa,
pero algo que si fue seguro: el miedo que empezaron a dar sus ojos a sus
familiares y especialmente a sus padres. Ellos mismos fueron quienes tuvieron que construir una
habitación reforzada debajo de la tierra, en donde la encerraron durante un
largo tiempo. Los días se volvieron grises desde ese entonces para esa villa,
todo el tiempo estaba lloviendo y las nubes ya no permitían el paso al sol.
Aquella
villa se vio sumergida en tinieblas.
Un día llegó un viajero a hospedarse de una gran tormenta en la mansión
de los Hatchkings y se dispuso a oír todo lo que había pasado. Para la
sorpresa de los padres de la princesa, aquel hombre sabía lo que su hija era en
verdad: una Ornáculus.
Comenzó a contar la historia de un mundo paralelo al
nuestro en donde la violencia y la tecnología eran los que más predominaba en
ese entorno, en donde todas las personas que habitaban este mundo también se podían
encontrar en el otro, pero con una vida totalmente diferente a la que
conocíamos. Los trabajos eran pesados y su vida mucho más estresante, no eran
como nosotros que nos sobrara el tiempo. Pero de todo que pudo haber contado, sólo una cosa fue que logró llamar la atención de los reyes.
Habló de la regla de
muerte de los dos mundos: “Si una persona muere en un mundo es porque en el
otro también murió, y todo está programado. Como gemelos que mueren al mismo
tiempo y con las mismas personas a su alrededor. Pero si un gemelo se llega a
adelantar, y muere antes que el otro entonces se aplicara la regla de la
muerte: Si un gemelo muere en este mundo, el otro tendrá solo una semana de
vida, pero si el gemelo murió en el otro mundo paralelo, entonces nosotros
sufrimos un cambio drástico, gracias al gran poder del iris de los cielos, nosotros
tendemos a cambiar, adoptando poderes extraordinarios y adquiriendo una marca
en los ojos que nos distinguiría de los demás.” No había explicaciones del
porqué sucedía esto pero fue suficiente para creerle al moribundo viajero.
La angustia de los reyes aumento cuando agregó más adversidades ante las nuevas revelaciones, también habló de un grupo en específico que se dedicaba a
recolectar a todos aquellos que presentaban estas características, no se sabía
a dónde los llevaban o si seguían vivos, ellos sólo tenían la tarea de
llevárselos y obedecer las órdenes de un hombre de un extraño nombre que no se le fue permitido recordar al
viajero. Y dijo que ellos ya venían en camino a buscar a la princesa, ya que se
habían enterado del incidente de hace pocos días.
A pesar de encerrarla en ese horrible lugar, la amaban. Así que tomaron
las medidas necesarias para protegerla, aumentaron la seguridad en la villa y
sus guardias fueron informados de las características de estas personas,
gracias a una breve descripción que hizo el mismo viajero de ellos. Capuchas
negras, de aspectos putrefactos y ojos opacos.
Se encontraban tan ocupados dejando que el miedo dominara sus acciones que olvidaron por completo en pensar mejor las cosas.
Su error fue confiar mucho en una persona que apenas conocían. Todo lo
que les había dicho era verdad, si, pero no se dieron cuenta de que era él a
quien le habían encargado ir por la chica. Y aquella artimaña de hacerles pensar que aún estaban por llegar sólo logró que ellos tuvieran la mirada por otro lado.
Se habían enterado de la desaparición
de la princesa en la mañana, cuando los guardias corrieron avisando que ella ya no estaba en
esa habitación y que el viajero se había marchado, dejando sólo unas marcas de
sangre de la misma Esmeralda. Por las marcas que quedaron en
la mayoría de la habitación se dieron cuenta que habían hecho mucho ruido, pero
ellos no los habían escuchado. Una de las muchas incógnitas que ha dejado esta
historia.
Preocupados, los padres movieron a todos sus guardias por los alrededores. Pensando que no había pasado mucho tiempo desde aquel evento.
A las pocas horas
encontraron ambos cuerpos sin vida en la pradera de rosas que se encontraba a
pocos metros de la villa. La princesa tenía unas marcas de quemaduras en sus
manos y una herida muy grande a un costado, y sus ojos cerrados, mientras tanto
el cuerpo del viajero estaba carbonizado por aquellas llamas de la princesa.
Supusieron que fue una larga batalla en donde Esmeralda tuvo que dar todo de sí
misma para defenderse, pero su poca experiencia con sus poderes hicieron que
perdiera la vida con esos descuidos grabados en su piel.
Una de las cosas que se supieron ese día era que el sol volvió a salir
desde el momento en el que los encontraron, y que aquellos que buscaban a los
Ornáculus podían disfrazarse de personas comunes, y lo más importante que la
niña de ojos de sol intentaba alejar a esa persona de la villa, para proteger a
su familia y a los que habitaban en ella, llevándolo a ese hermoso lugar. Desde
ese entonces la villa se llamó “Esmeralda”. Y en aquella pradera de rosas se
había construido un altar en su honor, en la parte donde, la gente dice, el sol deja escapar sus más hermosos rayos.
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