La carta silenciosa
9 de Septiembre de 2014
Escribo esto porque ya no puedo más con lo que estoy sintiendo y lo que veo todas las mañanas. Creo que estoy empezando a sentir algo más por él, y eso no es nada bueno para mí considerando el simple hecho de que caeré de rodillas frente a un hombre que todavía tiene el tatuaje de su más reciente amor perdido sobre sus labios. Y lo peor de todo es que siempre me escoge a mí para poder susurrar el nombre de la otra mujer, mientras yo sólo veo el color de sus ojos y el mover de sus parpados mientras ignoro por completo el sonido de mi corazón partiéndose de poco en poco. Intento, día a día, mostrarme indiferente a lo que estoy empezando a sentir, porque siempre viene a mí la imagen patética que tendré si dejo que todo esto me domine…
Es un asco todo esto.
Ayer en la tarde no pude evitar
mirar mi celular con la esperanza de que él escribiera más que palabras de una
sola oración. Que es lo que más me encanta leer de él, sin embargo me
decepcioné mucho al encontrarme con mensajes referentes a tareas, las que sólo
dice para poder obtener algo de beneficio a sus encantos. De seguro alguna otra
muchacha cayó en ese truco y le ha de estar entregando su libreta con gusto
para que él pueda darse el crédito de cumplir con sus deberes.
Por eso no entiendo cómo es que mi
corazón pudo elegir a este patán a quien ayudo a superar a un amor perdido. Creo que me he dejado llevar también por esos
pequeños detalles sin valor, para él, que sucedieron a lo largo de nuestras
pequeñas reuniones. Las idas al cine, las rosas que él compró a la fuerza ya
que un vendedor no dejaba de insistir y las miradas fijas que mantenemos al
momento de hablar. El color café oscuro
de sus ojos es lo que más me va matando al paso del tiempo, su altura y su
cabello que se mantienen en perfecto estado para ser admirados. ¿Y qué hay de
su hablar? ¡Oh por…!
¡BASTA!
Quiero dejar de verlo a cada
esquina, quiero dejar de confundirlo con otras persona y que mi corazón brinque
de… ¿De qué? ¡Por favor! No hay explicación a todo esto. Es una reverenda
estupidez que sólo se está formando por el anhelo a una relación de verdad. Él
no es nada más que un embustero, mentiroso y egocéntrico que no deja de mantener
esos hermosos gestos suyos que sincronizan con los míos. Es como tener a un
espejo en vivo que se acopla bien a lo que yo pienso y digo. Tener siempre en
mi mente la respuesta a sus preguntas pero no poder decirlas con el temor de
que eso afiance más esos sentimientos de mierda que no dejan de surgir a cada
momento que respira.
Ahora estoy volviendo a mentir,
diciendo que tengo a otro hombre en mi corazón, y lo malo es que parezco
cambiar ese puesto a cada semana. Un hombre por cada nuevo sentimiento que hace
crecer este papel hipócrita. De un político a un violinista, del violinista a
un jugador de fútbol, del jugador de fútbol a un actor… pero lo que en realidad
quisiera es a aquel poeta narcisista que se oculta a cada sonrisa y paso de mí.
Aquel que ha sido el amigo que ayudo y conozco un poco más cada día, aquel a
quien le dedico mi tiempo y mis miradas… Él, a quien le ha de importar un
carajo todo aquello que estoy sintiendo.
Comentarios
Publicar un comentario