En el laberinto de las bugambilias

  Ella no entiende lo que es "seguir avanzando". A veces quisiera que desapareciera, que simplemente no hiciera nada más que callar y morir lentamente; así sería la forma correcta de olvidar el pasado. Pero nunca sucede, ella siempre está ahí, recordándome lo que uno debería de estar desechando.
   No hay manera de seguir manejando de forma tan precipitada lo que es un futuro. ¿Por qué acelerar las cosas? ¿Por qué correr cuando puedes detenerte a mirar el mundo tal y como debería de ser? Yo no quiero gritar en una ventana, deseándole los "buenos días" a todo aquel que camine, siendo hipócrita cuando no quiero serlo. Si quiero que alguien se entere que no me cae bien su compañía bien lo haría, le mostraría mi peor mueca y me iría de ahí. 
   Me ahorraría demasiados problemas, malos momentos que podrían amargarme más. 
   Como este mismo. 
   -¿Y qué me cuentas sobre tu vida amorosa?
   ¡Que se jodan todos y su pregunta tan sacada de la manga! ¿Acaso no hay otra cosa que preguntar? ¿Qué les ha de interesar mi aburrida vida ignorando a hombres que no pueden ni entender un gramo del asco que siento cuando debo de enfrascarme en sus conversaciones aburridas? Son unos imbéciles, como este que está aquí conmigo. 
    Sus sonrisa era tan amplia que casi me hace vomitar, el rubor en sus mejillas delataba mucho su interés en algo más que una simple salida de al cine, y sus ojos... Estaban demasiado inyectados de sangre. No sé si es porque no ha podido dormir muy bien o es que acaso si se ha drogado antes de venir aquí (al menos eso justificaría sus estúpidas preguntas). 
   Ojalá que sea eso. 
   -Ammm Preferiría saltarme ese tema, por favor. No creo que sea de buen gusto apagar la noche con tonterías.-contesté con una sonrisa falsa.
    Ufff Al menos pude decir algo sin tener que morderme la lengua. 
     Jessica ha estado muy callada. Mientras nosotros estábamos hablando en la comodidad del auto de este chico, yo podía distinguirla bien desde el retrovisor. Estaba más pálida desde la última vez que me dirigió la palabra, ahora solo se la pasa mirando sus manos que ya no tienen dedos. Sólo por unos momentos es que me llega a tocar el corazón, teniéndole lástima, pero después me acuerdo de que es por ella por quien estoy saliendo con este tipo.
   Estaba con la cabeza perdida entre sus pensamientos, y su ropa, igual a la mía, estaba mucho más descuidada. 
   Pensé que aquel muchacho se iba a ofender por mi sinceridad, pero en vez de eso sólo dejó escapar una pequeña risa galante y miró hacia el frente. 
      

    -Eres alguien muy cerrada ¿Sabías eso?-dijo mientras me miraba de soslayo. 
    Sé que deberíamos salir de este auto e ir de una vez a ver a qué función entrar, porque me estaba empezando a incomodar el hecho de que la noche nos estaba abrazando más y más mientras prolongábamos nuestra estancia entre este frío y el tacto de sus asientos con aroma a cigarro. 
   Volví a mirar a Jessica, quien seguía sin inmutarse ante la desagradable situación. 
    Me arrepiento de haberme puesto este vestido corto. 
    -No serías la primera persona que me dice eso. -dije tajante, al mismo tiempo que me acomodaba los tirantes. 
     -Lo que haces está mal, Luna. 
     -¿Disculpa?
    Oh, oh. A ver ¿Desde cuándo comenzaste a agarrar mucha confianza? ¿Eh? Idiota. 
    Ofendida, me volteé bruscamente a mirarlo.
    -Si. -su sonrisa se había borrado, adoptando una expresión algo arrogante. Como si ya empezara a saber todo de mí.-¿No te han dicho que si mantienes cerrada la puerta y tus ventanas nunca sabrás de lo que puedes disfrutar estando afuera?
     -Créeme que no te estoy entendiendo nada.- aún indignada, opté por escucharlo. 
    Por un momento pensé haber visto un pequeño movimiento por parte de Jessica, pero este hombre había acaparado ya toda mi atención que me importó poco si ella ya se había dado cuenta de que su mano también estaba empezando a volverse cenizas. Podía notar ahora que estaban invadiendo casi todo el auto. Lo único bueno de esto es que sólo ella y yo podemos notarlo. 
     -Deberías, es por eso que estás sola. Te encierras tanto en tu creencia de que nadie más está pasando por lo mismo que olvidas por completo sobre tu primera intención con las personas: la empatía y el altruismo ¿No? Cuando te conocí siempre te mostrabas abierta a ese tipo de situaciones, si alguien se encontraba mal por un amor o por familia, ahí estabas. Pero cuando alguien intentaba ayudarte a ti... 
      Ahora sus ojos empezaron a llenarse de lástima. 
      -Tú pensarás que soy un entrometido, pero te he estado observando por mucho tiempo...
    Gracias, acosador...
     -...Y me he dado cuenta de eso desde que te animaste a darte a notar un poco más. Lo que me hace pensar que si tú no te hubieras animado este semestre a participar en clase y a animarte más en los eventos...Seguirías bajo la vista ciega de todos. ¿Estoy equivocado... Jessica?
      -¿Qué?... 
     Dijo "Jessica". 
   


      Y como un resplandor lleno de esperanza, Jessica se levantó del asiento y empezó a sonreír con lágrimas asomándose por sus ojos. Quería lanzar mi mirada venenosa para hacerla sentarse de nuevo, pero no pude... ¿Por qué no pude? 
    El dolor. Llego a mi pecho como un relámpago sin invitación, haciéndome tragar mis palabras, pero eso no detuvo mis labios.
     -...Tú no sabes nada de mí. Y así es mejor. ¿Sabes? La única razón por la que no dejo que me ayuden es porque prefiero hacer las cosas sola. así puedo decir que la culpa es mía y sólo mía si llego a caer. Y temo cada vez que hablo demasiado. Como ahora...
        Demonios ¿Qué estoy haciendo? Esta no soy yo. Es...
        La miré, y ella me miró a mi.
       -Él tiene razón, no puedes seguir manteniendo así las cosas. 
      Sus ojos empezaron a cobrar un poco más de brillo, su cabello ya no estaba tan opaco como antes, y sus labios agrietados estaban tomando un mejor aspecto. Su sonrisa era genuina, y la mía ya se había desaparecido. 
        Dijo "Jessica"
        Puso su mano en mi hombro, y comenzó a manipular nuevamente mis labios con sus palabras. 
       -Me gusta que hables, al menos que no dejas a una persona hablando sola. Además que te ves muy bonita cuando hablas de ti misma, te brillan los ojos. De alegría o de tristeza, no es ni una ni otra, porque pareces más aliviada que otra cosa. 
       Sonreí tímidamente.
        -Y tú eres el primero en decirme algo así... Lamento mucho si es que estoy así, pero es que... Pocos lo entenderían.
        -Eso no es cierto. Muchos lo hacen, pero tú no les das la oportunidad de demostrarlo.
        -Entonces demuéstramelo. Ahora.-me puse seria.- Odio mucho a las personas que creen saber todo de todo, que cada cosa que dicen es la correcta, odio mucho que las personas intenten ayudarme cuando ni siquiera se dignan en llamarme por mi nombre. Me gusta ser imparcial, porque así no estoy obligada a pelear o defender ningún bando, y si puedo, hago mi propia perspectiva, combinando ambos lados. No me gusta seguir las tendencias. Odio tanto que las personas no se atrevan a decir las cosas de frente, que jueguen con las personas, así como lo han hecho conmigo. Y... mi vida amorosa es una porquería, porque si no me doy la libertad de darme a entender a las personas, cómo puedo esperar a tener a alguien a mi lado que le interese lo que hago, lo que pienso, lo que siento. No espero que alguien esté de acuerdo conmigo en todo, de hecho lo odiaría, sólo espero a alguien que me diga la verdad como yo lo hago, pero que no se retracte de sus palabras, y si alguna vez se cansa de mí y de mis estupideces... Que lo diga, para ahorrarme a mí las lágrimas y las horas pensando que puedo confiar en alguien.
      Él seguía escuchando, y yo seguía hablando. Y mientras más pasaban los minutos en las que mi lengua se sacaba las espinas, me estaba comenzando a sentir tan bien. A pesar del dolor que estaba sintiendo, podía sentir también la alegría impregnada en las palabras de Jessica. Ella y yo lo sabíamos. Esto era lo que queríamos decir desde hace mucho, dejando a un lado nuestras conversaciones estúpidas y sin sentido, estábamos hablando ahora de nosotras. Y aquí estaba alguien dispuesto a escuchar.  
     Su rostro no se inmutó en ningún momento, simplemente mantenía su mirada en mis ojos. 
     De vez en cuando se me olvidaba, pero cuando lo recordaba no podía evitar sentirme algo abochornada. Prácticamente me estaba desnudando frente a él y no había ninguna señal de asco.
      

    Y cuando al fin había terminado todo lo que iba a decir, dejé escapar unas lágrimas para que me terminaran de exponer ante él.
     No tuve que quitar la mano de Jessica de mi hombro, ella misma sintió que había sido suficiente. Pero ahora se mantuvo cerca de nosotros, sosteniendo una sonrisa en su rostro y dejando escapar un suspiro de alivio. 
    Él era quien nos había hecho este pequeño favor. 
     Quedó un pequeño silencio deambulando entre nosotros, pero no fue para nada incómodo. De hecho, lo estaba disfrutando. 
    -¿Sabes de qué me he dado cuenta ahora?
    Levanté la mirada hacia él nuevamente. 
    -De que ahora puedo verte con mayor claridad. -sonrió, y esta vez no vi nada de arrogancia en sus ojos.- Todo lo que me dijiste... ten en cuenta de que yo no diré ni una sola palabra. 
     Sus ojos... ya no eran como antes. Ahora podía ver mejor el color marrón en ellos. Y era tan encantador. 
    -¿Y sabes otra cosa?
   -¿Qué sucede?-pregunté algo perdida. 
    -Que ya nos perdimos casi todas las funciones.
    ¡OH POR DIOS!
    Miré rápidamente mi reloj. Era cierto, ya era las ocho de la noche, y mi padre no me iba a dejar llegar muy tarde a casa. 
     Lo miré nuevamente y esta vez ambos nos partimos en risa. 
     -Ay demonios... Me van a matar.
     -Nos van a matar, se supone que yo debo entregarte temprano. Y tu padre me da algo de miedo cuando se pone serio. 
     -Lo sé. - Tapé mi risa de vergüenza. 
     -Ey. -me levantó la barbilla con suavidad y limpió una lágrima que llevaba viajando un largo tiempo por mi mejilla.- Vamos a tu casa ¿Está bien?
     -Está bien...
     -Está bien...-dijo Jessica en un susurro. 
     Cuando la escuché hablar, nos miramos una a la otra y compartimos una sonrisa de disculpa. 
     Ja... Ahora le debo algo a ella... Y no me molesta en nada. 
     
      

Comentarios

Entradas populares de este blog

Amor a distancia (Obra de teatro)

La chica de la ventana

El calendario (Poema)